viernes, 6 de agosto de 2010

PABLO PEUSNER. "Otros Schreber"


La ambición de poder es el núcleo de todo.

La paranoia es, en el sentido literal de la palabra,

una enfermedad del poder.

Elías Canetti

En una carta fechada el 20 de enero de 1973, Elías Canetti (Premio Nobel de literatura, 1981) le cuenta a Roberto Calasso –editor responsable de la publicación de las “Memorias...” del presidente Schreber en Italia– la historia de su encuentro con ese libro:

“En agosto de 1939 vivía en Londres en el estudio de una buena amiga mía, la escultora Anna Mahler (hija de Gustav Mahler). Ella estaba de viaje y había puesto a mi disposición su estudio durante el periodo que estaría ausente.

Entre sus libros, que yo conocía todos muy bien, noté uno del que no sabía nada: las Memorias de un enfermo de los nervios de Schreber. Lo hojeé y me di cuenta en seguida de que me ocuparía de él. No sabía de qué historia había nacido y no lo ligaba tampoco a Freud, de quien no había leído el ensayo sobre ese libro. Cuando Anna Mahler regresó le pedí el libro prestado. Le había caído en las manos por casualidad: un médico que anteriormente vivía en el estudio y luego había emigrado a Estados Unidos se lo había dejado, junto con otras cosas de las que ya no tenía necesidad. De aquellas cosas Anna podía disponer como quisiera, así que me dio el libro.

(...)

Por más de nueve años el libro de Schreber permaneció no leído en mi casa. Los libros son para una doble aventura. La primera es el descubrimiento: cuando lo encuentro en alguna parte huelo la importancia que podrán tener en un futuro para mí y, por así decir, me los apropio físicamente. Después de lo cual pasan con frecuencia muchos años hasta la segunda aventura, cuando por un incomprensible impulso los tomo en la mano y, excluyendo cualquier otro interés, me les abalanzo como en un delirio. Con Schreber esto sucedió en mayo de 1949.

Lo leí más veces de cabo a rabo, en un estado de gran excitación, y escribí los dos capítulos que luego, con mínimas abreviaciones, recogí en Masa y poder (que apareció en 1960)”[1].

Esos capítulos a los que Canetti hace referencia, prácticamente cierran “Masa y poder”[2] y están incluidos en la última sección, la que lleva por título general “Poderío y paranoia”.

Cierto es que resultaría difícil abordarlo sin conocer un poco al presidente Schreber –lo ideal sería haber leído previamente las “Memorias...”[3]–. Y afirmo esto debido a que el sesgo que Canetti le aplica al texto es bien diferente de aquel al que los psicoanalistas estamos acostumbrados por haber estudiado el historial en la tradición de los abordajes de Freud, Lacan y todos los comentaristas posteriores. Se trata aquí de una investigación presentada como un híbrido de ensayo y narrativa, que recorre datos históricos y sociológicos, para vincularlos luego con la psicopatología. Este modo de abordaje, que algunos críticos caracterizaron como ‘antropología patológica’, al articularse con la historia del presidente Schreber, la transforma, la convierte en un analizador político de los modos del poder. Cito: “Su delirio, bajo el disfraz de una concepción anticuada del mundo, que presupone la existencia de los espíritus, es en realidad el modelo exacto del poder político, que se nutre de la masa y se compone de ella. Todo intento de análisis conceptual del poder sólo puede ser más pobre que la claridad de la visión de Schreber” (p. 520). –Curiosamente, sobre el final de su artículo, Sigmund Freud también afirmaba algo parecido: algo así como que el delirio de Schreber estaba fundado en percepciones endopsíquicas de los procesos que él (Freud) había supuesto para elucidar la paranoia...[4]–.

No hay espacio aquí para desplegar los alcances de un trabajo tan original, el que permitiría llevar la cosa muy lejos... No obstante, y porque se trata de mi lectura, me gustaría ubicar una puntuación que fue lo que más me impactó en la lectura de Canetti.

Sabemos –por el medio que fuera, pero lo sabemos– que la temporalidad del delirio de Schreber es asintótica: el plan de Dios, la emasculación, la nueva raza de hombres, etcétera... se realizará algún día, allá adelante, en un tiempo que tiende al infinito... (¡Y cuántos nombres que clínicamente se presentan para ese momento! Recuerdo algunos, tomados en préstamo de mis pacientes: la patriada, la última cena, el escrache). Sin embargo, Canetti lleva esto en otra dirección. Vuelvo a citarlo: “Uno no deberá dejarse ofuscar por el hecho de que en un caso como el de Schreber el enfermo nunca haya realizado de verdad la monstruosa ambición que lo consume. Otros la alcanzaron. Algunos de estos lograron borrar hábilmente las huellas de su ascenso y mantener oculto su sistema perfectamente desarrollado. Algunos tuvieron menos suerte, o demasiado poco tiempo. El éxito aquí como en todo depende exclusivamente de casualidades. Reconstruirlas, simulando una legitimidad, se llama historia” (p. 529). La cita es más extensa y termina con los nombres de Napoleón y Hitler...

Concluyo: hay otros Schreber. El de Canetti es uno de ellos (hay algunos más). Los rastrearemos porque, siempre, liber enim, librum aperit...


[1] Carta citada en el artículo “Confesiones bibliográficas”, en Calasso, R. La locura que viene de las ninfas y otros ensayos, Sexto Piso editorial, México, 2004, pp. 84-85.

[2] Canetti, Elías. Masa y poder (1960). Alianza/Muchnik, Madrid, 1983.

[3] Si alguno de los lectores no lo hubiera intentado aún y juntara el coraje necesario, le sugiero hacerlo mediante el texto traducido por Ramón Alcalde (existen otras traducciones, pero...), versión publicada en Buenos Aires por la editorial Perfil libros, y en México por Sexto Piso editorial.

[4] V. Freud. S. “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente” (1911 [1910]), en Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986, p.72.