jueves, 2 de octubre de 2014

Jacques Lacan. "El seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación" (Paidós, 2014)



¿Qué muestra Lacan? Que el deseo no es una función biológica; que no está coordinado a un objeto natural; que su objeto es fantasmático. Por eso, el deseo es extravagante. Resulta inaprensible a quien quiere dominarlo. Nos embroma. Pero si no es reconocido, también fabrica síntomas. En un análisis, la cuestión es interpretar, o sea, leer en el síntoma el mensaje de deseo que esconde.
 Si bien el deseo despista, en contrapartida suscita la invención de artificios que cumplen el papel de brújula. Una especie animal tiene su brújula natural, que es única. En la especie humana, las brújulas son múltiples: son montajes significantes, discursos. Dicen lo que hay que hacer: cómo pensar, cómo gozar, cómo reproducirse.
Hasta una época reciente, todas nuestras brújulas señalaban el mismo Norte: el Padre. El patriarcado era consideradouna invariante antropológica. Su ocaso se aceleró con la igualdad de condiciones, la intensificación del capitalismo, y el predominio de la técnica. Estamos en la fase de salida de la era del Padre.
Otro discurso está suplantando al antiguo. La innovación en lugar de la tradición. En vez de la jerarquía, la red. El atractivo del porvenir prevalece sobre el peso del pasado. Lo femenino prima sobre lo viril. Donde había un orden inmutable, flujos transformacionales rebasan incesantemente todo límite.
 Freud es de la era del Padre. Hizo mucho por salvarlo. La Iglesia terminó por percatarse de ello. Lacan siguió la vía trazada por Freud, pero ella lo llevó a plantear que el Padre es un síntoma. Aquí lo muestra en el ejemplo de Hamlet.
 Lo que de Lacan quedó en la memoria –la formalización del Edipo, el acento puesto en el Nombre-del-Padre– no era más que su punto de partida. El Seminario 6 ya lo remodela: el Edipo no es la solución única del deseo, sólo es su forma normalizada; ésta es patógena; no agota el destino del deseo. De ahí el elogio de la perversión que remata el volumen. Lacan le da el valor de una rebelión contra las identificaciones que garantizan la conservación de la rutina social. Este Seminario anunciaba la remodelación de los conformismos antes instaurados, e incluso su estallido. En eso estamos. Lacan habla de nosotros.