lunes, 3 de noviembre de 2014

Entrevista a Rithée Cevasco acerca de las "Realidades sexuales en la actualidad". Entrevistadora: Gladys Mattalía





Esta entrevista es preparatoria a las actividades sobre LAS REALIDADES SEXUALES EN LA ACTUALIDAD, que tendrán lugar en la ciudad de Tucumán – Argentina del 5 al 10 de noviembre del cte. año en el Hotel Catalinas Park. 

GLADYS MATTALIA: ¿Cuáles son los aportes de Freud, y luego de Lacan, al conocimiento de la sexualidad humana?

RITHÉE CEVASCO: Ante todo, y contrariamente a  lo que induce a pensar cierta vulgarización del psicoanálisis, el psicoanálisis no es un pansexualismo que daría un sentido sexual a todo los que nos concierne ¡Muy por el contrario! El primer aporte de Freud es poner el acento sobre el hecho de que algo "falla" en la sexualidad.Esa falla no se refiere a los disfuncionamientos que pueden presentarse en el acto sexual: impotencia, frigidez y otras dificultades. Para el ser humano, esa "falla" es primordial. Algo en la sexualidad hace que haya siempre una hiancia entre el goce esperado y el goce obtenido. Pero, y ante todo -y es el aporte principal del psicoanálisis- nada más lejos de una "naturalidad" en la sexualidad. Nada nos determina “naturalmente” en la orientación de los objetos de nuestra satisfacción sexual. Nada orienta "naturalmente" al hombre hacia la mujer y viceversa. 
La necesariedad de la copula heterosexual en la reproducción de la especie está hoy puesta en cuestión ya que los avances de la ciencia han permitido disociar: reproducción y sexualidad. 
Tampoco nos proporcionan las leyes de lo que determina el encuentro sexuado, hetero u homosexual. 
Las elecciones sexuales son el resultado de un  largo proceso singular. Las "elecciones de sexo" responden a una lógica no predeterminada, tanto las de sus identificaciones como hombre o mujer, como las orientaciones hacia el otro o el mismo sexo. 
Toda teoría de la "naturalizacion" del acto sexual se sostiene en una reducción de la sexualidad a la necesidad de la reproducción de la especie y en una promoción de "normas sexuales" alejadas de la experiencia y de los avatares de la sexualidad que pasa no por la naturaleza sino por los desfiladeros de los significantes.
Lacan -el psicoanalista francés que se sitúa en la continuidad de Freud y  avanza en cuanto a la formalización de su pensamiento e inaugura nuevas aproximaciones en lo que concierne a la sexualidad femenina- condensara en una suerte de fórmula axiomática esta condición de la sexualidad humana: "No hay relación/proporción sexual que pueda escribirse”, entiéndase que no hay determinismo alguno que  programe el encuentro entre los hombres y las mujeres. 
Mas que la construcción de un saber positivo sobre lo que es la sexualidad -en el cual se autorizaran los sexólogos-, el psicoanálisis considera que lo importante es que, para cada una y  cada uno, hay una elección que es absolutamente singular que nos conduce a afirmar la idea de una "elección del sexo".  
Toda resolución de la sexualidades siempre de orden sintomático, una respuesta singular por la ausencia de una ley que ordene el encuentro sexual. 
Nada en el psicoanálisis conduce  a orientar su práctica por las normas establecidas. Cada sociedad, cada época, establece un reparto entre lo permitido y lo prohibido, lo normal y lo patológico que presenta una gran variedad a lo largo de la historia. 
Si el psicoanálisis es portador de un capital subversivo no lo es porque promovería un cambio a las ideologías tradicionales de la imposición de la norma heterosexual. Ni tampoco induce a una ideología  de la liberación sexual, sostenida en la creencia de que bastaría suprimir las coacciones sociales sobre la sexualidad para gozar libremente y sin trabas. La subversión freudiana de la experiencia analítica comprueba que toda elección sexual, que las vías para la satisfacción sexual, son el resultado de un largo proceso, en el cual no dejan de tener una importancia fundamental las primeras experiencias de la sexualidad infantil, los encuentros contingentes, y frecuentemente traumáticos con las primeras experiencias sexuales y los mecanismos de represión que ello genera. 
Un psicoanálisis ofrece la ocasión de trazar el recorrido de lo que en la historia de un sujeto han determinado sus elecciones sintomáticas, y más allá de toda orientación normativa, abrir el espacio de la libertad de consentir, modificar dichas elecciones, de "saber hacer" con ellas con la ganancia terapéutica de una reducción del sufrimiento que ocasionan y han ocasionado. 
La "maldición" del sexo, no es una condena al sufrimiento. Es el hecho de que "no existe relación/ proporción sexual" y supone la apertura a uncampo de innovaciones y creaciones, tanto de las soluciones sintomáticas de cada uno como de la producciones de la cultura. 
El aporte del psicoanálisis a la sexualidad,lo resumiría entonces del siguiente modo: sobre el trasfondo de una negatividad, la apertura de un amplio campo de posibilidades pudiendo cada sujeto hacerse responsable de sus elecciones y así reducir el peso de las imposiciones del discurso dominante en materia de ordenamientos de la sexualidad; para nosotros, regido aún, por la imposición aunque ya cuestionada, de la norma heterosexual y la dominación masculina.

G. M.:Qué opina Ud. de la tan mentada "declinación de la función del padre".

R. C.:Bueno, es  este un tema delicado ya  que la invocación del "declive de la figura paterna" no debe confundirse con el declive de la función del Nombre del Padre. Este declive de la figura paterna  se ha transformado en doxa y debe ser, a mi entender, revisada. 
Un psicoanalista, Marcos Zafiropoulos  en su escrito sobre Lacan y las Ciencias Sociales (hay versión en castellano) ha examinado muy de cerca esta tesis enunciada por Lacan en 1938. Tesis muy temprana a lo que viene después y que se conocecomo el "retorno a Freud". 
En cierta medida, podemos afirmar que es una tesis del Lacan pre-freudiano. Lacan se inspiró para formularla en los trabajos del sociólogo Dukheim y de la ley de la evolución de la estructura de la familia: la "contracción familiar" que reduce la familia a la pareja conyugal. En todo caso es preciso recontextualizar este diagnóstico del "declive del padre" que supone todo un recorrido: la ruina del padre de la familia como algo verificado y siendo además el resorte esencial de la invención del psicoanálisis, aquello que habría orientado el deseo de Freud hacia una revalorización simbólica  del padre, y ,con Lacan, en la época de su "retorno a Freud" a una reelaboración de la función simbólica del padre con la designación del significante “Nombre-del-Padre”. Ello supone pues ya un recorrido desde la idea del "declive" en tanto función imaginaria del padre a su emplazamiento como función simbólica. Función simbólica que a la vez puede haber dado lugar a instaurar ese significante como sostén de un orden simbólico trascendental que ha conducido -y conduce- a muchos psicoanalistas, e incluso psicoanalistas lacanianos- a evaluar ese orden simbólico organizado en torno al Nombre-del-padre, como garantía de toda "normalidad".
Es frecuente hoy en día achacar a ese "declive" la razón de nuestra  decadencia occidental, con el  consiguiente  advenimiento del imperio materno, la proliferación de los llamados estados límites como síntomas de la actualidad: patologías narcisistas, toxicomanías, anorexia, bulimia, depresiones, suicidios, perturbaciones psicosomáticas… Un conjunto de patologías que reemplazarían a las perturbaciones clásicas de la sexualidad. 
Desde el lado de la sociología G. Lipovetsky -por solo citar a un autor que me parece bien conocido- pone el acento sobre el desinvestimiento generalizado de las instituciones, entre ellas la familia. Sin embargo la familia parece tener aún muchos añospor delante. 
Por otra parte, asistimos a un recrudecimiento de discursos donde emerge una figura del padre aún mas funesta,tanto en los fundamentalismos religiosos como en los frentes de guerra de finales del siglo XX e inicio del siglo XXI.
Emergencia además, de la contracara de la función del padre  pacificadora...reverso de la medalla del recurso al padre.  Lacan anunciaba en Televisión "el retorno del pasado funesto (del padre)". 
El problema es que la reconducción sin más de este diagnóstico del "declive del padre" es generalmente portador de una nostalgia del "padre según la tradición" que no deja de oponer una resistencia -a mi entender no legítima desde el psicoanálisis- a los nuevos ordenamientos de la sexualidad y a las nuevas formas de configuración de la familia.  Versión, digamos familialista del psicoanálisis ... ¡Todo un tema sin duda!
En todo caso, lo que es seguro es que desde una orientación lacaniana nada induce a esta revalorizacion y nostalgia de la figura paterna y de la familia tradicional como vía de reparación de los malestares a los que nos confronta la sociedad actual. 
Para Freud existía una asociación entre cierta estructura familiar y las condiciones edípicas de la estructuración del sujeto. Si bien Lacan reconoce la fecundidad del Edipo,  también delimita su relatividad y sus límites.  
Puede haber "declive" de cierta figura tradicional del padre, sin que eso nos precipite ni en una perversión generalizada, ni tampoco, como algunos analistas lo conciben, en una suerte de psicotización de la sociedad. 
Multiplicación de las figuras del padre, por un lado, mejor precisión de sus funciones, por el otro, Lacan no dejaráde volver sobre la cuestión del padre que, sin duda, es fundamental en la formación del sujeto y en las diversas configuraciones de sus síntomas.  

G. M.: Qué respuestas puede dar el psicoanálisis a las nuevas formas del parentesco y si podemos afirmar que la familia estaría amenazada con las actuales configuraciones familiares: monoparentalidad, homoparentalidad, coparentalidad. 

R. C.: Esta interrogación se articula con la anterior. No cabe duda que asistimos,digamos para situarnos un poco históricamente desde los años 7O, por la incidencia social tanto del deseo femenino como del deseo homosexual a modificaciones de la estructura familiar. Esas nuevas formas que usted menciona, monoparentalidad, homoparentalidad, coparentalidad. Nada prueba que ellas anuncien la desaparición de la familia organizada en torno a la pareja heterosexual. 
Las nuevas formas no afectan para nada a la orientaciónde la práctica analítica. Sólo le queda la psicoanálisis tomar acta de estas modificaciones. De ningún modo autorizarse, en nombre del psicoanálisis, a oponerse a estas modificaciones, como suele suceder y ha sucedido muy claramente en Francia, donde diversos psicoanalistas, incluso psicoanalistaslacanianos, intervinieron en el debate público en contra por ejemplo de la homoparentalidad anticipando un diagnóstico catastrófico para los hijos criados en dichos contextos de homoparentalidad, previsión no sustentada en clínica alguna que justificara sus propósitos. 
Que habrá nuevas formas de respuestas sintomáticas ante estas nuevas configuraciones, es posible y quizás previsible, pero nada nos autoriza a estas previsiones catastróficas. Como en cada época, cada uno y cada una responderá con una respuesta singular al malestar genérico de la condición humana así como a los malestares generados en tal o cual configuración histórica coyuntural y tal o cual configuración que acoge su llegada al mundo.  
Que se haya abierto, para nuestra cultura, la posibilidad de disociar reproducción de la especie y sexualidad, es sin duda algo totalmente novedoso, y de efectos insospechados. Pero siguen abiertas las potencialidades de invención de los síntomas como respuestas a estas nuevas posibilidades. 
Lo único que finalmente desde el psicoanálisis puede preocuparnos son las condiciones de deshumanización promovidas a partir de las formas extremas del capitalismo neoliberal, que impone la mercantilización de todo objeto del deseo, niños incluidos. emplazando  al nuevo ser viviente por venir dentro del cálculo de la rentabilidad mercantil. Lacan anunciaba que el discurso capitalista dominante nada quería saber de las cosas del amor, vale decir de todo aquello que constituye, por otra parte, una dimensión fundamental de nuestra humanización y que escapa a todo cálculo en términos de rentabilidad. Dimensión del amor anudada al goce sexual por la cual se mantiene la relación con la alteridad que se opone a la tendencia homogeneizante del sujeto en tanto sujeto del consumo.  
El único riesgo, y que no es menor, que corremos es la extensión sin limite de esta mercantilización extendiéndose hasta el campo más íntimo de nuestras elecciones y ello no es solo una preocupación para nosotros en tanto psicoanalistas, es una preocupación de todos y todas en tanto ciudadanos.  El riesgo no se sitúa en las modificaciones de las configuraciones familiares que, muy por el contrario, son el resultado de la importancia que han adquirido en nuestras culturas la incidencia de los  deseos femeninos y del deseo homosexual  -antes negados o excluidos- que están en el origen de las nuevas configuraciones familiares. Nada indica por otra parte que esto sea una amenaza para las soluciones mas clásicas y tradicionales de la estructura familiar. Pero es este un terreno que queda abierto y no podemos anticipar diagnóstico alguno del porvenir… El psicoanalista, familia tradicional o no, siempre tendrá que atender y prestar su escucha a la singularidad con el que cada sujeto ha resuelto e intenta resolver con sus síntomas, sus invenciones y creaciones las dificultades con que nos confrontamos para afrontar como se dice sencillamente "las cosas de la vida", el real al que nos confronta la muerte y la sexualidad.

A continuación, el programa completo de las actividades de Rithée Cevasco en la ciudad de San Miguel de Tucumán, Argentina.


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