martes, 9 de diciembre de 2008

PABLO PEUSNER. “Vergonzontología“. Las posibles fuentes para una disciplina de inspiración lacaniana

“Es preciso decirlo, morir de vergüenza
es un efecto que raramente se consigue”[i].


La frase del epígrafe es la primera de la última clase del Seminario 17 de Jacques Lacan. Y si la palabra es enunciada más de veinticinco veces a lo largo de toda la clase, quizás sea porque hay en juego allí algún tipo de trabajo sobre el término, algún intento por hacerlo entrar en la clínica psicoanalítica: y es que causar vergüenza o ­–lo que es lo mismo–­­ restablecer una relación con el S1 por vía del efecto de vergüenza, constituye un modo de intervención crucial para rescatar al sujeto del discurso universitario, aquel que lo produce como sin verdad.
Lacan asocia el ser para la muerte con la “tarjeta de visita con la que un significante representa a un sujeto para otro significante”. Pero como esta tarjeta de visita lleva la dirección de la muerte, parece que nunca llega a buen puerto y tiene que ser rasgada. “Es una vergüenza –afirma Lacan– que debería producir una vergonzontología”.
Aquí conviene una pequeña digresión lingüística, porque el francés ofrece una gran economía para formar esta palabra, la que resulta ser un neologismo con forma de sustantivo que surge por condensación de las palabras “honte” (vergüenza) y “ontologie” (ontología). Como es muy difícil reproducir el neologismo en español con tanta economía de recursos, he tomado en préstamo el de los traductores del seminario oficial de Lacan, “vergonzontología”.
El tema no ha tenido grandes desarrollos en psicoanálisis. Alguna referencia escueta por aquí y por allá, y aunque algunas de ellas funcionan a la manera de pistas como para seguir un rastro, otras son pistas falsas y uno se pierde en la pesquisa. Yo mismo intenté un breve desarrollo bajo la forma de “la vergüenza del analista” en mi último libro publicado[ii] –aunque no creo haber hecho más que un muy pequeño aporte a la cuestión–. No obstante, decidí comenzar a estudiar el problema y tomarme un poco más en serio aquello de la “vergonzontología”.
Siguen algunas fuentes posibles, multilingües y no todas, sino aquellas por las que he ido pasando siguiendo mi apotegma de que liber enim, librum aperit...

El primero de los libros está en francés, aunque está prevista su traducción y edición española para el próximo año: “Livre compagnon de L’Envers de la Psychanalyse, séminaire 1969-1970 de Jacques Lacan”. Se trata de una iniciativa de la Association Lacanienne International, la que todos los años realiza un seminario de verano, dedicado al comentario de un Seminario de Lacan. Cada uno de sus miembros realiza una intervención –breve, por cierto– dedicada a esclarecer algún punto muy preciso de alguna clase del seminario. El resultado es sensacional: tres o cuatro trabajos de autores diferentes, dedicados a cada una de las sesiones del seminario. Contamos en este libro con cuatro trabajos dedicados a la última sesión del Seminario 17 y totalmente consagrados a abordar los matices de “la vergüenza”: “Nota sobre la vergüenza” por Roland Chemama, “Morir de vergüenza” por Claude Dorgeuille, “La vergüenza que les permitiría decir” por Henri Cesbron Lavau, “Clínica cotidiana de la vergüenza” de Anne Oldenhove-Calberg (traduje estos textos y están disponibles gratuitamente en mi blog).
La segunda fuente es un autor imprescindible. Se trata de Giorgio Agamben y de su obra “Lo que queda de Auschwitz” (Ed. Pre-Textos, Valencia, 2000), libro acerca del cual alguna vez escribí que ningún psicoanalista debería dejar de leer. El análisis que Agamben realiza acerca de la vergüenza no es psicoanalítico, pero es fundamental y, si bien está presente en todo el capítulo 3, es quizás desde el párrafo 3.8. donde se hace más profundo y hace referencia a Levinas y Heidegger, aunque en serie con Lacan: “La vergüenza es, pues, una suerte de sentimiento ontológico, que tiene su lugar propio en el encuentro entre el hombre y el ser; tiene tan poco de fenómeno psicológico que Heidegger puede escribir que «el ser mismo lleva consigo la vergüenza, la vergüenza de ser»”.
Un poco más lejos del psicoanálisis aún, con incidencias de la filosofía y de la psicología, tenemos una obra de Yves de La Taille –autor francés que actualmente reside y trabaja en Brasil– titulada “Vegonha, a ferida moral” (Editora Vozes, Petrópolis, Brasil, 2004). Aquí, lo interesante radica en el modo en que el autor estudia la génesis –de un modo que recuerda al Piaget de “La construcción de lo real en el niño”– de lo que llama “el sentimiento de vergüenza” en el niño, ya sea con valor positivo como negativo.
Por último, una obra aparecida hace pocos días: “Las fuentes de la vergüenza” de Vincent de Gaulejac (Ed. Mármol-Izquierdo, Buenos Aires, 2008). Aquí lo interesante es que el autor se embandera en la perspectiva de lo que denomina “sociología clínica” y realiza un estudio de casos desde el que partirá para llegar a algunos de los capítulos más interesantes y sorprendentes: “Freud y la vergüenza”, “Psicoanálisis y sociología clínica” y “Vergüenza y contratransferencia”. En su triple definición de la vergüenza –moral, existencial y social– de Gaulejac mantiene siempre un postulado que, más allá de algunas diferencias que uno podría tener con sus ideas, es para respetar: la vergüenza “nos confronta con la otredad, es decir, con la aceptación de la condición humana...”, esa sensación tan paradójica que uno puede sentir propia o ajena,
Si la “vergonzontología” es posible, es porque –como afirma Lacan– nadie se muere de vergüenza. Entonces, trabajemos tranquilos, total Ignoramus et ignorabimus.


NOTAS
[i] Jacques Lacan. “El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis”, Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 195.
[ii] Peusner, Pablo. El niño y el Otro, Letra Viva, Buenos Aires, 2008. Capítulo X: La burocracia psicoanalítica, especialmente pp. 127-128
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[publicado en Imago-Agenda Nº 126 - Diciembre 2008]