sábado, 28 de septiembre de 2013

Entrevista de Pablo Chacón a Nicolás Cerruti, a propósito de su novela "La voz en off" (Letra Viva-novela viva, 2013). Fuente: TELAM

El libro, publicado por la casa Letra Viva en la colección Novela Viva, se detiene en ciertos pasos de comedia sólo para dar al lector una tregua y avanzar más hasta agotar ese recurso sin objeto y que convierte (al lector) en otro.

Cerruti ha escrito -y escribe- poesía, ensayos, obras de teatro, cuentos, historietas, novelas. Disculpe las molestias ocasionadas fue su primer libro publicado. A sus amigos también suele escribir cartas.

Este es el diálogo que sostuvo con Télam.  

T : ¿Por qué la voz siempre está en off? Es una imagen muy descentrada.

C : Es una imagen muy psicoanalítica también, pienso, una imagen de la época del cine… y es la ausencia de la imagen, claro. Porque en el cine la voz en off es lo que relata no necesariamente la imagen que se ve; y en nuestro pensadero pasa lo mismo; tenemos ahí el ejemplo de nuestra gran voz en off, el superyó, que está y nos condiciona cual títeres, pero, ¿la oímos? ¿Y cuando lo hacemos, qué hacemos? La voz está en off, pienso, porque sería insoportable su presencia en forma directa. El trabajo en el Borda con pacientes psicóticos me enseña continuamente eso. A veces se puede jugar con ella, lo que no deja de acercarnos a la locura.

T : Es cierto que la pluralidad de voces convierte a Salvador en una especie de condensador. ¿Buscaste ese efecto deliberadamente con la puesta de tantos registros?

C : Todos quisiéramos tener un tal Salvador que condense de alguna manera rasgos de la humanidad, y entonces nos enteramos que eso se da en cualquier lectura, en el lugar del protagonista, y gracias a nuestras identificaciones. Pero que sea un condensador de múltiples registros no es más que un interrogante lúdico. Siempre he asumido que poseo muchas personalidades, y cada una tiene un modo y una forma específica de expresarse. La voz en off es una forma de unificarlas. Para escribir algunas cosas hay que vivirlas, y al vivirlas no somos ya los mismos.

T : La aparición de los hechiceros, el I Ching, el psicoanálisis, parecen abrir series diversas, pero en ningún caso se sale de la escritura, ¿qué teoría de la escritura, por decirlo así, podría deducirse de la lectura de la Voz...?

C : La  interrogación por la escritura, ese es uno de los temas. Tal vez es mi tema. Hasta el día de hoy sigo intentando bucear en eso. Eso: algo del goce, de la letra, de la diversidad de formas de escribir. Por ejemplo, en el libro está la ouija, el mensaje de texto, las cartas, escrituras en servilletas, la Biblia (sagradas escrituras), el I Ching, etcétera, como modos diversos de hacer con la escritura. La teoría de la escritura que podría deducirse tal vez tenga que ver con la posibilidad de ser y, por lo mismo, la ficción en la que todo ser queda atrapado. La escritura es el tiempo que tarda el ser en darse cuenta que ha gozado, luego, deja de ser y queda el goce… es la lectura también. Creo que quien lee escribe (a veces mejor que el autor, de eso no tengo dudas).

T : Si la voz no es el sonido, tampoco sentido; si la escritura no es la trama, ¿qué es lo que se cierra y se abre en el ascensor?

C : El ascensor no es una imagen equívoca, y lo es. Es principalmente el cuerpo cuando sufre de claustrofobia, o sea, es el cuerpo registrándose como cuerpo: algo siempre terrible. Lo que se cierra y se abre tal vez sea por eso el inconsciente. Siempre me gustaron todas esas historias de fantasía donde, si uno las observa de cerca, ve el momento preciso en que algo común se transforma en otra cosa. Esa posibilidad de existencia la da la escritura, y el inconsciente. No puedo disociarlos. Por ejemplo, para mí, Harry Potter no dejó nunca el cuartucho debajo de la escalera de sus tíos; está allí, imaginándolo todo, creándolo todo, con su fantasía compensatoria. El ascensor es desde donde se inicia la escritura, en una oscuridad bastante similar al caos primordial… es una metáfora precisa de otra escritura: el antiguo testamento.

T : Esta es una novela de la que no podés decir trata de esto y de lo otro. Sin embargo, su horizonte no es el malentendido sino una reflexión sobre los procedimientos. ¿Esto es así? ¿Cómo la pensaste y cuánto tardaste en ponerla en palabras?

C : No puedo decir cuánto tardé, no lo recuerdo. Cuando se la quería contar a una amiga poeta y publicista, Melina Perlongher, sabía que debía usar frases cortas para describirla, con sentido. Entonces miraba a mi amiga, un poco como el gato de la tapa, y decía: La novela trata de:… me quedaba con una ausencia de palabras. Tal vez trate de eso, de nuestras ausencias: la muerte, el miedo, el humor, la escritura, los lazos sociales, el despertar. Creo que principalmente escribí esta novela para dejar de ausentarme, quería despertar. No quiero ser un escritor de culto que pase oculto, quiero aprender a escribir porque carezco fuertemente de cultura, y porque, junto con Freud, me motiva el malestar en la cultura. Mi deseo es despertar y llegar a ser un escritor, aunque pueda sacarle el ansia de ser, y quedarme solo con la palabra escritor, entonces súbitamente, lo que quedará es la escritura y nada más. Y si se la disfruta, mejor.