por Alberto Santiere
La irrupción y la conciencia del tiempo, introduce para el ser humano la dimensión de la pérdida. La velocidad de la oxidación de lo vivo suele ser directamente proporcional al incremento de la angustia. En esta era panóptica en la cual Bodies, the exhibition –en el cuerpo obsceno de un shopping– alude al arte de plastificar la muerte, la gente consume impermeables anti-duelo. La civilización que genera recursos para prolongar la vida y curar afecciones graves, es la misma que esconde maníacamente lo feo, la miseria, la muerte. Así es que esta última tiende a convertirse en un error, en una falla. El dolor y el desgarro merecen miligramos salvadores, un paraguas protector. Es expulsada la tristeza bajo el genérico de depresión. En fin, esa es la polimerización de los “vivos”.
La negación maníaca de la pérdida impulsa a confundir los indicios de un volcán en erupción con fuegos de artificio. El acting habla cuando quema el silencio de la “lava” inelaborativa. La ausencia de trabajo con la falta, dificulta el transitar con lo que hay.
Es la paradójica imposibilidad de soltar lo inasible.
En un duelo normal también las sombras del objeto eclipsan al Yo –aunque luego aclare–. Se abren preguntas no reductibles a respuesta alguna. Y es un desafío capital en la clínica, cómo transita el analista sus propios duelos, para que el paciente no devenga objeto de su infortunio.
Por un azar etimológico, la palabra “duelo” alude no solo a dolor sino tambien a batalla. En efecto, dolus, “dolor”, y duellum, “combate entre dos”, dieron en castellano “duelo”.
A propósito, decía Freud en “Consideraciones sobre la guerra y la muerte” (1915): “... La inclinación a no computar la muerte en el cálculo de la vida trae por consecuencia muchas otras renuncias y exclusiones. Y no obstante, la divisa de la Hansa decía «Navigare necesse est, vivere non necesse!»: Navegar es necesario, vivir no lo es...”.
El psicoanálisis intenta ensamblar eslabones, para recuperar la cadena y levar anclas aunque los fantasmas sobrevuelen la nave.
Mientras tanto, ¡el duelo nos da trabajo!
DESTACADOS:
-La novela de Lacan (sexta entrega), por Jorge Baños Orellana.
-Cuerpo y síntoma en el trabajo psíquico con niños que se quemaron, por Jaime Epstein.
-El siglo de Silvia: la analisa que contagiaba inteligencia, por Juan C. Volnovich.
-Entrevista a Leopoldo Salvarezza, por Emilia Cueto.
-Las aventuras de Jacques Lacan, por Pablo Peusner.
-Comentario de "Las voces del superyó" de Marta G.Ambertin, por N. Braunstein.
-La fertilidad y la especie, Mario Pujó.
-Dossier M. Heidegger: "Martin Heidegger, Mi Padre", por Ángel Xolocotzi y Hermann Heidegger.