viernes, 30 de enero de 2009

ARIEL PERNICONE. "Diálogo con Ann-Kathrin Graf. Apuntes sobre la vida de Herbert Graf" (en revista Fort-Da)


En el curso de una investigación iniciada sobre la historia de la gestación del texto "Análisis de la fobia de un niño de 5 años ( El pequeño Hans)" (Sigmund Freud - 1909) decidí realizar una búsqueda biográfica sobre la vida e historia de los miembros de la familia Graf, protagonistas centrales del historial, de modo de comprender mas ampliamente como surgió dicho escrito freudiano que diera fundación a la práctica psicoanalítica con niños.
(...)
Herbert Graf tuvo un segundo matrimonio en 1966, con Margrit Thuering, con quien vivió en Suiza y mantuvo probablemente una relación mucho mas estable y menos conflictiva que con su primer pareja. De dicha relación nació su segunda hija, de nombre Ann-Kathrin Graf, cuando él ya contaba con 63 años...

(el resto del texto, en Revista Fort-Da, número 10, haciendo click aquí. Se requiere suscripción previa gratuita).

jueves, 29 de enero de 2009

JACQUES LACAN. "Conclusiones en las Jornadas del 8 y 9 de noviembre de 1975", en Maison de la Chimie, Paris.


(Publicado en Lettres de l'École Freudienne Nº 24, agosto de 1978).

He oído hablar —desgraciadamente no pude asistir a las jornadas— de lo que se ha planteado aquí sobre la función de los cartels. Si los informes que he recibido son ciertos, todo ha girado alrededor de este más uno que yo había formulado, y que, si fui bien informado, la cuestión era saber si el más uno estaba encarnado en alguien. Alrededor de esto ha girado la pregunta planteada sobre la función de los cartels.
En lo que he escrito nada indica que el más uno esté encarnado. Tal vez es un más uno que se desprende, que funciona efectivamente en todo grupo, porque, finalmente un grupo es algo que está siempre compuesto de cierto número de individuos. Hay un número finito, y la pregunta de saber si a un número finito no se le agrega siempre Uno es una pregunta que me parece que vale la pena plantear.
Es evidentemente una pregunta diferente de la que mencioné con respecto a la institución del pase. Pero también es cierto que, en el pase, me esforcé porque hubiera más de dos, quiero decir, que hubiera dos pasantes. Pero no fue para generar uno de-más, porque aquel que se propone para el pase está en otra posición como sujeto. Ni siquiera es un sujeto. Se ofrece a ese estado de objeto que es al que lo destina la posición del analista. De modo que si uno saca lo mejor de él de alguna manera, no es en absoluto una recompensa, se necesita de él; se necesita de él para sustentar la posición analítica.
No es un título que surge del pase, es todo lo contrario. Y me sorprende que no se haya visto lo que, sin embargo, puedo demostrar acá: que ha sido preciso —ya que se ha mencionado su nombre— que me tire a los pies de alguien que justamente no quiero volver a nombrar, alguien de quien ya hemos hablado demasiado; fue preciso que me tirara a sus pies para lograr que aceptara ser analista de la Escuela.
Esto es lo que hay. Daré ocasión al auditorio, si alguien lo desea, para que se me haga una pregunta. Ya no insistiré sobre la distinción radical entre el más uno, por una parte, cuando se trata del trabajo de grupo, que es un trabajo de enseñanza, y, por la otra, el hecho de que le rogamos, a aquel que en el pase nos pareció que respondía, que se autorizara dignamente en esta posición de analista, a quien le exigimos que fuera esa clase de analista al cual podemos consultar.
Pero sí hay algo a lo que asistí: a la eminente comunicación que hizo el señor. Gaillard. (1) Trataba de la Verleugnung y de la perversión. En esta oportunidad, me di cuenta de que el término "denegación" que, por desgracia, sancioné yo mismo, no era el apropiado. En verdad, yo lo sancioné pero no fui yo quien lo enunció. Creo que el término "desmentido" es más apropiado.
¿De dónde podemos recibir el desmentido? Podemos recibirlo de lo real, que es en lo que realmente está interesada la verdad, porque la verdad, ya lo he dicho, sólo puede decirse a medias, pero no puede referirse más que a lo real. De eso se trata.
La relación de este desmentido con lo real es cierta. Por eso me parece que eso en torno a lo cual gira el enunciador tiene visos inapropiados. Es verdad, la perversión existe, pero —cosa extraña— no sabemos cómo. Sólo sabemos que el neurótico aspira a encontrar en ella su satisfacción y que no tiene éxito en este empeño.
¿Habría que decir que la perversión es del orden de lo imaginario? Por supuesto que no, puesto que, como también dije hace poco, llegado el caso, la perversión se encarna. Lo hace a menudo. Tal vez es así como participa de alguna transgresión. Pero al mismo tiempo participa de cierto espejismo, porque también es, como dije, a lo que aspira el neurótico. Lo que espera alcanzar es lo que tiene de inaudito. Así es como vemos que la virtud de la esperanza no tiene esperanzas.
Martin creyó que debía volver con alguna insistencia sobre esta famosa psicopatía que parece haber conmovido a las almas. Entiendo muy bien por qué. Sin embargo, hay algo que quisiera decirles: que me parece que no es inoportuno querer hablar de ello, pues, en suma, desde luego bajo otro nombre, bajo el nombre de lo que ustedes me han visto anunciar ni más ni menos este año bajo el título de sínthoma, antigua ortografía, ortografía anterior al siglo XV, ortografía incunable —entiendo con eso que sólo está asentada en los primeros volúmenes impresos— espero poder exponerles que el sínthoma es sufrir por tener un alma. Se trata de la psicopatía, para hablar con propiedad, en el sentido en que un alma es lo más jorobado que hay. El agobio en el que viven casi todos los hombres de nuestro tiempo resulta del hecho de tener un alma cuya propiedad esencial es la de ser síntoma. Y si uno ha dado vueltas alrededor de la psicopatía y de la psicosis, es porque lo imaginario, lo simbólico y lo real, aunque estén anudados, no se bastan a sí mismos. No habría sino este complemento —así lo destaco—, este complemento de lo simbólico, esta manera de anudarse con dos redondeles de hilo que no son suficientes, sin embargo, para hacer de ellos uno. A pesar de todo, es en lo simbólico donde se engancha todo lo que se refiere al síntoma, y sobre esta consistencia propia del síntoma, intento —es lo que intentaré, empleo los términos en el presente porque, es verdad, es lo que empiezo a interrogar—, intentaré este año hacer mi demostración. Freud sentía que era en el arte, en el artificio, donde debía encontrar el soporte de su teoría. Lo sentía, pero no hizo más que sentirlo, pues cada vez que se acercaba a una obra de arte, estaba incapacitado para someter la obra misma o a su autor a un psicoanálisis. Además, la ambigüedad de la obra y su autor es del todo palpable. ¿Qué manda en el arte? ¿Se trata de la obra o del autor? Esto es lo que intentaremos averiguar este año.
Por lo que fuere, les aviso que en los dos números recientemente publicados de Ornicar? hay algo que se aproxima a este más-Uno, a partir de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real, y hacia lo que se apunta expresamente en el texto es a lo simbólico.
Desgraciadamente, ocurre que, lo digo porque es una advertencia para los que seguramente, después de que haya hablado, van a remitirse a esos números, ocurre que al dibujar el redondel de hilo Nº 4, me equivoqué en la parte interior, digamos que hice mal la figura, y podrán ver bien, además, cuál es la figura en la que la pifié, y una persona en ese momento, que no era otro que André Rondepierre, muy acertadamente me lo hizo ver; yo improvisaba; naturalmente, hacía tiempo que había notado el asunto; cuando lo volví a hacer, hubo dos figuras que resultaron erradas.
Todo esto es para decirles que si nos hemos preguntado acerca de la diferencia entre la psicopatía y la psicosis, como se dice, tengo el apoyo de mis redondeles de hilo para responder a ello.
En la psicosis, no hay sino tres, conforme a lo que Freud había previsto del todo; la teoría del análisis que hice se realizó a la manera de lo que se ha dado en llamar, por parte de Zlatine, el conocimiento paranoico. Freud dijo, además, que no hay que retroceder. Yo tampoco he retrocedido. El soporte de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real, el nudo borromeo entre ellos, para decirlo todo, es algo que no abordamos más que por el hecho de que existe el conocimiento paranoico. Mi teoría del funcionamiento del discurso analítico, como cabe esperarse, es de este orden, y por esta razón tengo necesidad ahora de darle al síntoma su propia consistencia, y pongo las cartas boca arriba; es por mediación del síntoma como podemos decir qué hay realmente; ser hombre es ya situarse enteramente en el síntoma; por supuesto, es algo que no puede anticiparse sino después de que se haya desprendido, por turnos, la función de lo imaginario, de lo simbólico y de aquello por lo que accedemos a lo real.
Así es. Después de lo cual, a continuación de estas menudas consideraciones que les ofrezco como un comienzo, quisiera, sin embargo, expresar cuál es mi aspiración luego de estas Jornadas. Para decirles la verdad, me he roto los pies, lo que, bien mirado, se debe a que no tengo pies de barro, contrariamente al famoso coloso, ¡tengo pies que pueden romperse! (2)
Al fin y al cabo, sin embargo, quisiera hacerles una pequeña invocación. Ya lo dije hace poco: soy neurótico como todo el mundo, y, por consiguiente, no hay razón para que espere a lo que aspiro. ¿Habría alguien que quisiera hacerse cargo de inaugurar la próxima escisión? ¡Cómo me aliviaría eso! Me permitiría, vaya, ante algo real, esperar que como resultado me rompiera menos los pies. ¿Quién quiere hacer un quinto grupo? ¡Ustedes saben con qué superabundancia de alivio, con qué verdadera y bulliciosa alegría recibí la fundación del cuarto! ¡Por qué no un más uno!



NOTAS
(1) No encontraremos aquí ningún indicio de esta comunicación. J.-P. Gaillard nos pidió expresamente que ésta no fuera ni transcrita ni publicada.
(2) Este párrafo ha sido traducido casi literalmente, pero téngase en cuenta que casser les pieds ("romper los pies") quiere decir "fastidiar a alguien" y se casser les pieds ("romperse los pies"), "aburrirse como una ostra". T.

miércoles, 28 de enero de 2009

Conversación entre Foucault y Chomsky. "La naturaleza humana: justicia vs. poder" (Amsterdam, 1971)

Cinco minutos de la emisión televisiva en la que Foucault y Chomsky discutieron acerca de la naturaleza humana (el texto completo fue publicado por la editorial Katz de Buenos Aires).

martes, 27 de enero de 2009

MUY RECOMENDADO. LAURENT GAUDE."Eldorado" (Salamandra, 2008)

Tercera obra de Laurent Gaudé publicada en castellano tras El legado del rey Tsongor y El sol de los Scorta -esta última ganadora del premio Goncourt 2004-, esta nueva novela del laureado escritor francés aborda el dramático fenómeno de la inmigración desde una óptica especular, la de dos expatriados que se mueven en direcciones opuestas. Al mando de una fragata que patrulla las aguas sicilianas que delimitan la codiciada fortaleza europea, Salvatore Piracci cumple abnegadamente con su penosa misión, hasta que el sorpresivo reencuentro con una mujer que él ayudó a rescatar de un barco a la deriva lo lleva a emprender un viaje de enorme trascendencia. Paralelamente, en Sudán, el joven Soleimán ha conseguido reunir el dinero necesario para abandonar el país en busca de una vida mejor, pero los planes no tardarán en complicarse, y el ansiado periplo hacia el Norte se convertirá en una durísima prueba, cuyas etapas estarán sembradas de peligros y amenzas, pero también de incontables muestras de fraternidad y esperanza. Los viajes de Salvatore y Soleimán componen así una conmovedora odisea de destinos entrecruzados en ambas orillas del Mediterráneo, sobre un paisaje a la vez auténtico y mítico, contemporáneo e intemporal. Al igual que en sus novelas anteriores, Laurent Gaudé hace gala una vez más de un lenguaje vibrante para sumergirnos en un universo de dimensiones épicas, descubriendo las raíces del ser humano en toda su grandeza y miseria moral.

lunes, 26 de enero de 2009

PARA IR RESERVANDO. Kwang-chih Chang. "Arte, mito y ritual. El camino a la autoridad política en la China antigua" (Katz, 2009)

En la China antigua, el arte y el mito estuvieron estrechamente relacionados con la política. Aunque en realidad estamos bastante acostumbrados a pensar la política como un elemento crítico en la sociedad china moderna, por lo general se acepta menos que lo mismo ocurría en la China antigua. En este libro, K. C. Chang se propone hacer evidentes las relaciones del arte, el mito y la política en la China antigua a partir de un conjunto de datos derivados de la arqueología, la literatura y el arte. El autor, una de las eminencias mundiales en el tema, resume aquí lo conocido acerca de la antigua China, y examina las pruebas relativas a la transición de una sociedad recolectora a una productora de alimentos, el origen del urbanismo chino, la estructura del parentesco y los linajes, los modos de preparación de la comida y la mitología de las sociedades Shang (1766-1122 a.C.) y Zhou (1122-256 a.C.). "El objetivo de este libro -afirma su autor- es doble. En primer lugar, proporcionar una perspectiva fundamental para considerar que la naturaleza y la estructura de la civilización china antigua poseían una fuerte orientación política. En segundo lugar, demostrar que el estudio de las civilizaciones antiguas, al menos en el caso de la civilización china, puede resultar más provechoso si se pone menos énfasis en las barreras disciplinarias tradicionales."


índice
Agradecimientos
Introducción

1. Clanes, ciudades y el paisaje político
2. Autoridad moral y poder coercitivo
3. Chamanismo y política
4. El arte como el camino a la autoridad
5. Los escritos como el camino a la autoridad
6. El acceso al camino
7. El surgimiento de la autoridad política
Apéndice: Los reyes de las Tres Dinastías

Kwang-chih Chang nació en Pekin, China, en 1931 y murió en los Estados Unidos, en 2001.
Chang se instaló en 1946 con su familia en Taiwan. En 1950 comenzó sus estudios de antropología en la National Taiwan University y luego de graduarse se trasladó a los Estados Unidos para realizar un posgrado en Harvard, donde obtuvo un doctorado en 1960. Inició su carrera como profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Yale, y en 1977 regresó a Harvard para enseñar antropología y arqueología. Entre 1994y 1996 fue vicepresidente de la Academia Sínica y curador del Museo Peabody de Arqueología y Etnología. Sus principales temas de investigación fueron la China prehistórica, la teoría arqueológica, el chamanismo y el desarrollo de la interacción entre culturas regionales en la antigua China. K. C. Chang realizó una contribución fundamental para la construcción de modernos métodosarqueológicos y su aplicación a la antigua historia china, así como para la difusión de los descubrimientos de la arqueología china entre el público occidental.

viernes, 23 de enero de 2009

Eva Giberti. "El mito del abusador abusado" (Página 12, jueves 22 de enero de 2009)

En materia de abuso sexual –palabra que abarca violaciones,incestos, exhibicionismos, manoseos y otros ataques a la integridad sexual de la niñez– se ha creado una cartografía plana, sin registro de los obstáculos epistemológicos existentes. Se instituye como medida única y es plana porque quienes la aplican reiteran una monótona repetición: 1) sintomatología de las víctimas: enuresis, trastornos del sueño, y otros; 2) los efectos en el futuro de las víctimas; 3) la relación de las víctimas con sus familias.
La tendencia clasificatoria, tan cara a la antigua retórica –aquellos que se ocupaban más de rotular que de analizar–, diferente de la necesidad de clasificación cuando la metodología la demanda, se aplica hoy en día como amparo metodológico que limita aperturas originales respecto de las enunciaciones que internacionalmente han sido avaladas. ¿Qué motivos pueden existir para proceder profesionalmente de este modo? Una respuesta podría estar a cargo de autores que estudian la narrativa: “¿Acaso no es el lector que requiere la posmodernidad, un lector no creador sino ‘reciclador’ de sentidos predeterminados?”. Al margen de esta crítica, quienes reiteran la clasificación por estimarla necesaria para su planteo y luego escriben páginas que incorporan criterios eficaces.
No se advierte el agotamiento de la palabra abuso, resultado de haber creado una aplicación semántica que pretende ser un concepto sin hacerse cargo de su etimología, abuso es una palabra que se refiere exclusivamente al uso de cosas, objetos. Si le añadimos deshonesto quedamos diciendo uso deshonesto de los objetos.


Si hablamos de violación


Los parámetros del sistema sexo/género quedan eludidos cuando hablamos de violación, ya que cualquier sexo puede ser violado. Pero los violadores son prioritariamente varones. Entonces, cuando decimos violación, la palabra arrastra consigo la imagen del varón, subrayando la figura masculina (también hay mujeres que violan. ¿Cuál es su porcentaje estadístico?). Si decimos abuso sexual, omitimos la figura masculina ya que el arrastre semántico es como si dijéramos: “Y... abuso sexual es menos que violación... ‘sino también’ no queremos enfrentarnos con la presencia del violador (habitualmente el padre, el abuelo o el hermano)”. Como afirma J. A. Cuddon en su ensayo sobre el sensualismo “existe una participación afectiva o empatía del lector ante el texto”.
Para la organización patriarcal propia de la canónica del Derecho, abuso sexual es aliviante respecto de violación. Siempre permite la aparición de la tangente que sostiene: “No se puede hablar de violación porque la penetración en esa niña de siete años no fue total; el ingreso peneano no trascendió la zona vulvar donde se produjo la emisión espermática”.
La tangente siempre se diseña en favor del violador de modo tal que pueda eludirse la palabra violación acompañada en el imaginario social por la figura del victimario. De ese modo se pueden deconstruir las premisas ideológicas de quienes escuchan que no ignoran quiénes violan pero que ideológicamente eligen no reconocer. Así se recurre a la expresión abuso sexual internacional e hipócritamente avalada. Complemento del agotamiento al hablar del abuso surge el mito del abusador abusado.



¿Por qué el mito?


Porque todo mito es fundador. Se pretende fundar una política que alivie la responsabilidad de quien delinque contra niños y niñas. Carece de toda ingenuidad recurrir a la tesis de la repetición compulsiva, que practicaría el violador, asociándola a la postura de la mimesis, es decir, de la imitación que describió Girard en su planteo del chivo expiatorio, apuntando a una imitación recíproca: el abusador/violador estaría convirtiéndose en el doble de quien lo victimizara, es decir, se busca crear la cadena en la cual ese sujeto sería solo un eslabón repetido y repitente de la cadena en la cual está fatalmente inmerso. A él lo violaron, luego él violará, incluyéndolo de ese modo dentro del circuito determinístico. Recrea a la víctima así como fue creado él. Y sin duda habrá que rastrear al que violó al violador. Finalizaremos en los mitos bíblicos y en los griegos. Si no queremos retroceder alcanza con el Evangelio “(...) quien escandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno y que fuese sumergido en el abismo del mar”. Quienes sostienen esa tesis de manera determinista –sin que yo desconozca que clínicamente podrían existir situaciones de esa índole, algunas de ellas descriptas en trabajos psicoanalíticos–, quien privilegia este planteo sin contar con su propia experiencia profesional adhiere a la teoría de la creación de un doble; el actual abusador/violador sería el doble de quien lo violó buscando saber qué sintió el victimario cuando lo violó; lo cual lo acercaría a la ritualización de su falta.
Entre las varias teoríasque han estudiado el tema
Teoría psicodinámica: Freud, la del Aprendizaje social (Kelly y Lusk), la teoría psicofisiológica estudiada también por Kelly y Lusk, la teoría sociológica, la teoría feminista, el modelo de Finkelhor, la teoría sobre la normalidad de la pedofilia. La elección del criterio que cuestiono podría deberse al desconocimiento de otras teorías, y también a la transformación de los conocimientos psicoanalíticos en extensiones ilícitas, o sea, se desliza desde una categoría gnoseológica: el delito, hacia lo hermenéutico. Así, al violador se lo ingresa en la categoría de una víctima inicial neutralizando su responsabilidad, por lo tanto, correspondería no judicializar porque el sujeto remitiría a la psicopatología de la repetición.
También podemos pensar que el violador viola por una antigua angustia tramitada desde la infancia y por eso genera rutinas de violaciones para aplacar dicha angustia. Tal vez podría probarse clínicamente. Pero esta angustia deberá resolverla en prisión.
Asociarse a este mito privilegia la posición del abusador/violador como víctima de su memoria encendida que reclama saciar su sed de repetición compulsiva eligiendo otra víctima. Al diagnosticarlo como víctima histórica se ingresa en categoría de la expiación, como si dijera “quedo liberado de la culpa porque a partir de esa victimización que padecí me asiste el derecho de repetir lo padecido”. Esta lógica padece un traspié: si asumimos que estadísticamente las víctimas de violación son niñas y adolescentes mujeres, entonces deberíamos encontrar que la mayoría de las abusadoras y violadoras son mujeres.
Hay algo que no encaja en esa afirmación que ha comenzado a sacralizase afirmando que el violador ha sido un niño abusado. Si fue víctima de abuso durante la infancia, habrá que pensar en términos de situación postraumática para su tratamiento pero no para exculparlo. Podrá disponer de psicoterapia si puede probar que fue violado, pero no de estar en libertad. El lugar del violador condenado es un lugar que también forma parte de una cartografia singular, la que transitan fiscales y jueces preocupados por las garantías de ese sujeto. Por ese motivo, la lectura de los expedientes que se ocupan de estos delitos exhiben una nutrida nómina de preguntas destinadas a las víctimas que transparentan la tendencia a dudar de cualquier palabra que emitan los niños y las niñas.
La postura que propone que el violador comenzó por ser él mismo sujeto de violación durante la niñez se instituye y se utiliza excediendo el refinamiento necesario para construir un diagnóstico diferencial que considere los atenuantes de su responsabilidad. Aparece hoy asociado al denominado “backlash”, o sea al contraproyecto que desafía negativamente a las decididas reacciones de las madres que denuncian la victimización de sus hijos y se organizan reclamando justicia.
Cuando al abusador/violador no se lo considera responsable sino que se lo convierte en una víctima se busca crear una situación en la que “una cosa ocupa el lugar de la otra” o sea, se inventa un símbolo. El violador pasa a simbolizar su propia historia como víctima. Pero son sujetos que desconocen la ley y están ajenos a una relación respetuosa con los vínculos sociales.
Al introducir el mito del abusador abusado se genera tendencia cercana a la espiritualización del diagnóstico: “No busquemos culpables, sino entender el discurso del sujeto”.
Sería pertinente informarse de cuáles han sido los estudios psicoanalíticos –que existen– aportados por quienes sostienen esta tesis del abusador abusado y diferenciar tales análisis de los procedimientos en los que intervenimos cuando tenemos una víctima delante. También conviene rastrear las investigaciones realizadas en las cárceles –que existen– y entonces afirmar que, según los violadores cuentan, ellos fueron víctimas. Testimonio que resultará inapelable para quienes precisen sacar conclusiones aliviantes respecto de sus conductas posteriores.
Cuando surge la frase “los violadores fueron niños violados” –que aterroriza a las madres de los niños violados pensando que sus hijos se convertirán en violadores– corresponde preguntarse en qué momento histórico aparece, quiénes la repiten y qué se busca con ella. Cuando en el mundo ha comenzado un fuerte y claro movimiento que propone escuchar las voces de las víctimas y desacatar los enjuagues de los victimarios y de quienes encuentran argumentos para protegerlos.


* Jornadas organizadas por Salud Activa, 8 de noviembre 2008.

jueves, 22 de enero de 2009

Henri Meschonic. "Critique du rythme. Anthropologie historique du langage" (Verdier, Paris, 2009)


TEXTO DE CONTRATAPA

El ritmo es la utopía del sentido. Es a partir de la ausencia de ritmo en el sentido y de sentido en el ritmo, que este libro intenta fundar una nueva teoría del ritmo en nuestra cultura del lenguaje.
La apuesta supera en mucho la historia y la teoría de las prácticas literarias, en que la poesía queda en el lugar más vulnerable y más revelador de lo que una sociedad produce en el individuo. En la medida en que esta apuesta compromete a todo el lenguaje, a todo el sujeto, a todos los sujetos –a través de problemas tales como el de la relación entre el lenguaje y la música, el de la voz y la dicción o la tipografía, a través de las estrategias analizadas, de la métrica al psicoanálisis, de la lingüística a la filosofía, hasta en sus aspectos técnicos–, la teoría del ritmo es política, en su sentido más amplio.
Se trata de un recorrido crítico por las ciencias humanas. Atravesando sus lagunas, este libro esboza una nueva manera de trabajar sus relaciones. En un ir y venir constante entre el análisis de los textos y la investigación de los conceptos, confronta principalmente los dominios del francés, inglés, alemán, ruso, español, hebreo y árabe, y se dirige a todos aquellos que se interesan por el lenguaje, ya que desborda la erudición para mostrar una aventura.

(Traducción: PP)

miércoles, 21 de enero de 2009

Marta Gerez Ambertín. "Entre deudas y culpas: sacrificios" (Letra Viva, 2008)


Marta Gerez Ambertín
“Entre deudas y culpas: sacrificios”
(Crítica de la razón sacrificial)
Ed. Letra Viva, 1ª edición, 2008


Tal como escribe Néstor Braunstein en el prólogo de la obra “este libro se veía venir”. Y no precisamente porque su autora sea a estas alturas una reconocida “culpóloga” –y cabe aclarar que ella misma celebra en alguna página del libro tal denominación–, sino porque hay una lógica que se extiende desde sus trabajos en torno a las voces y a los imperativos de superyó, pasa por la revisión de las nociones de culpa, responsabilidad y castigo en los discursos jurídico y psicoanalítico, y concluye con esta obra donde la noción de sacrificio ocupa el primer plano.
La autora es clara en su planteo inicial, el que puede reducirse a la siguiente fórmula: “Si la herencia del padre es, entre otros legados, también el de una mácula, una manera de encubrirla, de borrarla, es por la vía del sacrificio. Con ello el sujeto puede suponer que tiene un lugar en el deseo o en el goce del Otro (...)”, [p. 21].
Las puntuaciones freudo-lacanianas que Marta Gerez Ambertín introduce producen un ordenamiento en el extenso campo de referencias que pueden hallarse sobre el tema en las obras de Freud y Lacan. No obstante, personalmente creo que lo más jugoso del libro radica en lo que propongo llamar las “declinaciones del sacrificio”: las diversas formas que adopta el sacrificio en función de los casos en los que puede localizarse. Y para ello, la autora recorre con erudición el sacrificio en el mito de Abraham e Isaac, el holocausto de Ifgenia, la relación del sacrificio con el amor a través del personaje de Marguerite Gauthier (en “La dama de las Camelias” y en “La traviata”), la ingratitud (rescatando a “Viridiana”, el film de Buñuel), el holocausto y la Shoah. Y con este catálogo el lector podría quedar más que satisfecho, si no fuera porque el libro incluye dos casos más, emblemáticos y argentinos: Eva Perón y José de San Martín.
Un libro arriesgado, original y valiente, de cuya autora podemos decir –sin temor a equivocarnos– que durante su escritura sudavit et alsit.

martes, 20 de enero de 2009

Alertan sobre el uso de psicofármacos en niños pequeños (Diario La Nación, hoy)

Daniel Gallo
LA NACION
.
Un informe oficial alerta sobre el uso de psicofármacos en alumnos de escuelas primarias. Es habitual que una conducta distinta observada dentro de un colegio sea rotulada como trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDA/H). Entonces, el señalamiento de un docente puede poner a un chico inquieto en la puerta de un tratamiento farmacológico.
Esa es una de las conclusiones que obtuvieron los investigadores del Observatorio Argentino de Drogas (de la Sedronar) y el Instituto Gino Germani (de la Universidad de Buenos Aires), que hicieron un trabajo conjunto de campo en escuelas públicas y privadas de la Capital Federal, Buenos Aires, Corrientes y Tierra del Fuego, además de entrevistas a grupos de profesionales del área de la salud.
Según surge del estudio, las exigencias en el aula, tanto educativas como sociales, aparecen como disparador para que los niños sean medicados cada vez a menor edad.
"El objetivo fue explorar el proceso que lleva a la medicalización de los niños. Cuando investigamos el uso de psicofármacos en adultos, apareció esta problemática infantil, que tiene la escuela como foco", explicó Cecilia Arizaga, investigadora del Observatorio Argentino de Drogas.
El informe establece un ciclo que empieza con el docente frente a un chico que, a su criterio, no cumple los patrones de conducta normales de sus compañeros. Entonces las autoridades del establecimiento educativo convocan a los padres, explican la situación y, en muchos casos, sugieren la asistencia de un profesional médico.
"La medicalización aparece como una respuesta rápida y las consultas son cada vez a edad más temprana", dijo Flavia Torricelli, que fue la investigadora principal del Instituto Gino Germani, ocupada de entrevistas con pediatras, psiquiatras infanto-juveniles y neurólogos.
El TDA/H (o ADD, Attention Deficit Disorder , en su mención en inglés) es explicado como una perturbación en el campo de la atención y en el control de los impulsos, desarrollado especialmente en el ámbito familiar y educativo, por ser los lugares regidos por determinadas pautas de conducta, por rutinas obligatorias a las que se espera que se adapten los chicos.
Pero, por cuestiones propias de la edad, los niños exhiben personalidades inquietas y eso, muchas veces, los vuelve blanco de ser caratulados como "chicos ADD".
"Se vio en el estudio -agregó Arizaga- que hay un corte socioeconómico, porque en los colegios de mayores recursos es donde más se buscan respuestas farmacológicas a posibles trastornos de concentración, en especial los asociados con la hiperactividad, mientras que en sectores más humildes la escuela relaciona los casos con un contexto social de exclusión y no se derivan al tratamiento médico."
También en las consultas a profesionales de la salud se descubren diferentes posiciones según la capacidad económica familiar. "En el ámbito público se hacen pocas consultas", comentó Silvia Faraone, directora del equipo del Instituto Gino Germani. Y agregó: "Preocupa que la medicalización de los chicos esté girando a otros trastornos, surgen otros cuadros en los que el psicofármaco es usado para regular la vida del niño".


Al límite, desde pequeños

La competencia social y la necesidad de éxito atrapó a los niños en una tenaza compuesta por la presión de los padres y de las escuelas, especialmente aquellas tradicionales que apuntan al alto rendimiento. Así fue determinado por quienes trabajaron durante dos años en este informe sobre medicación a menores.
"En un colegio de los entrevistados se admitió tener por costumbre derivar chicos directamente [por carta del establecimiento y en forma de urgente] a un neurólogo de su confianza. Sin embargo, en la mayoría de los casos las docentes y las psicopedagogas aclararon que, en la entrevista con los padres, se sugiere qué tipo de profesional ver y no derivarlos a uno determinado. Todos los entrevistados coinciden en que, en ningún caso, la escuela puede diagnosticar, aunque, de hecho, presupongan un diagnóstico de ADD y actúen en consecuencia", se señala en el documento.
Exhibe como hecho negativo la posible estigmatización de los chicos señalados desde el aula por su falta de interés o por su hiperactividad. En los grupos de opinión que se formaron con docentes fueron expuestos casos de niños muy pequeños que se hacen bromas sobre si tomaron "la pastillita". Aparecen más las menciones en los momentos clave de un año escolar, cuando algún examen puede determinar el pase de grado.
"Existe entre los docentes y los grupos de profesionales entrevistados una percepción de que la medicación está ligada con la jornada escolar: se consume antes de ir al colegio, se modifican las dosis si hay un examen o situaciones complejas, se vuelve a tomar al mediodía si es doble escolaridad, se deja de tomar en los momentos no escolares", se explica en el informe al que accedió LA NACION.
Algunos datos de venta de psicofármacos relacionados con la atención de trastornos de concentración revelan que el consumo puede crecer en los próximos años. Las drogas utilizadas en los medicamentos son metilfenidato y atomoxetina, que sólo se venden bajo receta especial archivada. Y la comercialización tiene un claro enfoque estacional. El período de mayor compra de esos productos coincide con el calendario escolar, según los datos que la Confederación Farmacéutica Argentina aportó al estudio.
Los picos de compra llegan en los momentos de exámenes escolares, mientras que, en las vacaciones -tanto de verano como de invierno- baja considerablemente la comercialización de los 26 medicamentos (en sus nombres de fantasía) que tratan el ADD.
También quedó establecido que, según los docentes, hay en estos casos responsabilidades de los padres, que transfieren a los hijos su ansiedad por un triunfo escolar que permita mantener la carrera por el ascenso social.
Así, los chicos parecen tener cada vez menos tiempo para jugar y ser simplemente chicos, a veces, traviesos.


Testimonios en el informe

"Hay como diagnósticos de moda y los padres a veces buscan que les digan que el chico tiene ADD para medicarlo, porque sienten eso como solución"
(Grupo de docentes, escuela privada de alta exigencia y nivel economico medio alto, zona oeste del conurbano)

"El niño con ADD es un problema que los docentes no se lo bancan y los padres tienden a querer medicación. El diagnóstico ya les da tranquilidad"
(Pediatra, sector privado, de la Capital).

"El primero que tira la piedra es el docente, en la escuela, cuando dice que ese chico es inquieto, que no lo pueden manejar, que debe ser derivado a consulta"
(Neurólogo, sector privado, de la Capital)

lunes, 19 de enero de 2009

NOVEDAD.Catherine Clément. "Mémoire" (Stock, 2009)

FRAGMENTO: "Encuentro con Jacques Lacan"
-
Yo no elegí escuchar a Jacques Lacan. Él no era un profesor de facultad, no formaba parte de un programa, no tenía nada que ver con la Sorbonna, ni con la Universidad.
Llegó a mi vida de sorpresa. Corría 1959. Yo me arrastraba un día en Santa Ana, a la salida de una presentación de enfermos, cuando mi compañera de anfiteatro me habló de ese tipo raro que acababa de comenzar su curso en el mismo anfiteatro.
"Su curso es una forma de hablar"-decía ella-. Él no enseña, verdaderamente". Mi compañera de anfiteatro hablaba el francés con un acento eslavo que me endulzaba la oreja, y yo la escuchaba sin prestarle mucha atención.
Ese tipo era genial, decía ella. ¿Por qué? Veamos.
Yo la seguí. Al pie del anfiteatro al que se subían los locos, estaba ese tipo de una cierta edad que hablaba lentamente, introduciendo grandes suspiros entre las frases. No usaba delantal blanco, llevaba un saco de tweed y un moño mariposa como el que usaba mi padre -el moño mariposa, accesorio social de los médicos elegantes. Su voz era grave y atrapante. Tenía una sonrisa de fauno que recordaba a la de Jankélévitch. Durante un largo momento, creí que se trataba de un loco.
-
FRAGMENTO: "El taxi de Lévi-Strauss"
.
Un día, fui a buscarlo a la salida de la Academia Francesa y llovía a cántaros, una verdadera lluvia monzónica. Jacques Cousteau acababa de morir, y según la costumbre, la Academia le había rendido ese día un breve homenaje. El antisemitismo de Cousteau ya no era un secreto, yo echaba pestes contra él: ¿quién había tenido la idea de hacerlo entrar en la Academia?
-Fui yo -refunfuño él-. Él defendía los océanos. Y usted sabe, casi no ha asistido.
Seguimos caminando y la lluvía era más fuerte. Yo tenía el sentimiento de ir del brazo del viejo Fausto, un Fausto que había conocido de joven, destinado a abrir los secretos de la especie humana en el seno de la naturaleza, y cuyo corazón jamás había envejecido. Nos detuvimos en una parada de taxis. Y allí esperamos. Ni un auto. Le dije que iba a llamar uno por teléfono, porque no quería que él tomara frío.
-Pero yo no tomo taxis! -se revelará-.
-¿Y qué hace usted aquí?
- Espero su taxi. Yo tomo el metro.
No pude convencerlo de subir al auto. Él puede ser terco cuando quiere. Tenía 89 años.

Fuente: Le Nouvel Observateur
Traducción: PP

sábado, 17 de enero de 2009

NOTAS PRETENDIDAMENTE CIENTÍFICAS: "Las raíces biológicas de las crisis financieras" (Clarín, 15 de enero)

Según un estudio de la Universidad de Cambridge, los operadores de Bolsa más exitosos no son los más racionales sino los de mayores niveles de testosterona. Los mismos capaces de transformar a los vaivenes naturales del mercado en explosiones de exuberancia o pesimismo irracionales.

Por Francisco de Zárate
Para la carrera de un operador de Bolsa, tener el dedo anular más largo que el índice es tan importante como una buena formación, según un estudio de la Universidad de Cambridge que, tras medir los dedos de 44 brokers en la Bolsa de Londres, demostró que los más exitosos eran los que tenían mayor diferencia entre esos dígitos.

En declaraciones a la revista Wired, el neurocientífico responsable de la investigación y ex operador de Wall Street, John Coates, dijo que su investigación demostraría que la idea de que el mercado es una máquina racional bien aceitada está fuera de lugar: "Hay una gran variedad de rasgos biológicos, desde la preferencia sexual y la aptitud atlética hasta la firmeza y la agresividad, relacionados con el ratio anular-índice".

Es conocida la relación de este ratio con altas exposiciones prenatales a la andrógena, una hormona masculina que se relaciona con los niveles de testosterona de los adultos. Según Coates, el hecho de que los operadores más exitosos son aquellos programados biológicamente para un exceso endocrino puede ser responsable de la transformación de vaivenes naturales del mercado en explosiones de exuberancia o pesimismo irracionales.

Pero el ratio anular-índice no es un sustituto perfecto de los niveles de testosterona, como apuntó la revista Wired, y Coates tampoco cree que la biología explique por sí sóla la actual crisis financiera. Según él, hay que buscar sus raíces en los sistemas de compensación ejecutiva, la política económica y los fallos regulatorios. A lo que se enfrenta su estudio es a la creencia extendida de que el mercado financiero se regulaba sólo por la racionalidad.

"Se suponía que el mercado seleccionaba naturalmente a los operadores o inversores que demostraban expectativas racionales (...) Nosotros ahora estamos fijándonos en la biología porque creemos que la ciencia económica que hay bajo ese paradigma está construida sobre la arena", dijo a Wired.


Más información:

Nota completa de la revista Wired.

Estudio: "Second-to-fourth digit ratio predicts success among high-frequency financial traders.", by John M. Coates, Mark Gurnell, and Aldo Rustichini. Proceedings of the National Academy of Sciences, Vol. 106, No. 2, Jan. 13, 2009.

viernes, 16 de enero de 2009

Francisco Pereña. "Fragmentos de la vergüenza" (Ed.Síntesis, Madrid)

Muy desde sus comienzos el psicoanálisis se orientó por un tipo de disciplina institucional que lo llevó a la tradición religiosa de las doctrinas de acusación. Este doctrinarismo basado en la adhesión sólo se mantiene hoy, de mala manera, por intereses corporativos. Sin embargo, es un hecho que la clínica psicoanalítica perdura como clínica del sujeto. ¿Quién se va a ocupar del mundo de la vida, del sujeto en su encarnadura concreta, de sus carencias, de su sinsentido y de sus temores, lo que impide que el humano pueda ser asimilado a una maquinaria genética? ¿Quién se va a ocupar del desamparo si todo se confía al triunfo del gen? ¿Quién portará la compasión que el determinismo genético, heredero de la doctrina de la predestinación, ha despreciado y aniquilado?

jueves, 15 de enero de 2009

JOYA LITERARIA. "El reflejo de las palabras" de Kader ABdolah (Ed. Salamandra)

Una verdadera joya que acabo de terminar de leer, lo recomiendo ampliamente.

Aga Akbar había nacido cerca del monte del Azafrán, en una aldea del norte de Irán, hijo de Hayar, una mujer humilde, y de un príncipe, del que no heredó nada más que un largo apellido. Aga Akbar era sordomudo, pero también poeta y reparador de alfombras, cuando todavía las alfombras persas eran voladoras.

El reflejo de las palabras narra la historia de Aga Akbar y de su familia, una historia privada zarandeada por el devenir de Irán a lo largo del siglo XX. El despotismo del militar nacionalista Mirza Reza Pahlevi, que impuso sus ideas modernizadoras por la fuerza, la continuidad de la autocracia en la figura de su sucesor, su hijo Muhammad Reza Pahlevi, y a partir de los años ochenta el régimen teocrático de "los clérigos", liderados por Jomeini, son más que un telón de fondo. Ismail, hijo primogénito del sordomudo Aga Akbar, además de su intérprete y confidente, asumirá la tarea de descifrar las notas legadas por su padre en una escritura cuneiforme de miles de años de antigüedad, menos incomprensible que sugerente. Desde su exilio político en Holanda, Ismail reinventa la memoria de su padre y reivindica un significado para su existencia individual y para la existencia colectiva de un país, de un paisaje, que precede a los hombres que lo habitan.

Dos voces hablarán al lector: la del narrador omnisciente y la de Ismail. Pero a éstas habría que añadir las voces poéticas de la tradición iraní, o persa , basamento de la formación de los protagonistas, y las voces de la literatura holandesa, patria de adopción de Ismail, que las incorpora para desarrollar esa identidad mestiza y rica propia de los exiliados. Sólo en las primeras páginas sentirá el lector cierta confusión, desbordado por una riqueza fabuladora a la que ya no estamos muy acostumbrados. Poco a poco, esta historia de tintes legendarios en algunas fases, con otros momentos de narración directa, siempre lírica, acaba por imponerse y por conquistar.

El reflejo de las palabras es un canto de alabanza a la capacidad del ser humano para comunicarse y para trascender, para redimirse, mediante la memoria: memoria individual, memoria política. La única verdadera derrota es el olvido. Con este libro, imprescindible para comprender la literatura del exilio y de la resistencia de Oriente Medio, Kader Abdolah ha entregado un significado de futuro que hunde sus raíces en el pasado.

Kader Abdolah (Irán, 1954) estudió física en Teherán. Fue miembro de la resistencia clandestina, primero contra el sha y posteriormente contra el régimen del ayatolá Jomeini. Exiliado desde 1988 en Holanda, donde reside en la actualidad, ha escrito su obra en su lengua de adopción y es colaborador del diario De Volkskrant.


Fragmento.

Hojeo su cuaderno con la esperanza de recuperar más datos de aquella época. Las páginas no están numeradas; las numero yo a lápiz en el ángulo inferior derecho. En la ciento treinta y cuatro descubro una serie de pequeños dibujos que parecen representar lunas: una nueva, una creciente, una media luna, una menguante, una llena y, de pronto, una oscura y otra roja.

Del primer período de su vida le había quedado una costumbre muy especial: donde quiera que estuviese y cualesquiera que fuesen las circunstancias, las noches de luna llena nunca salía de casa. Cuando todos dormían, apoyaba la escalera contra la pared, subía a la azotea y se instalaba allí a mirar la luna, canturreando.

¿Canturreando?

¿Qué podía canturrear, si no se sabía ninguna melodía ni letra, ni conocía ningún canto del eternamente enamorado poeta medieval Baba Taher, ni había oído hablar de los poemas amorosos del famoso líder sufí?

Aquella luna llena se la había llevado consigo de Ispahán. La noche de ispahán estaba repleta de estrellas y la luna colgaba como una lámpara celestial por encima de las mezquitas encantadas.

Si uno se encuentra en la plaza de Nagshe Yahan en una noche clara y extiende los brazos, puede poner la luna en la palma de su mano. Los antiguos poetas persas siempre la atrapaban de ese modo en sus versos.

A Aga Akbar también lo cautivaba aquel cielo. En sus noches solitarias subía a hurtadillas al tejado de la mezquita de Yome, se sentaba en el suelo, se rodeaba las rodillas con los brazos y se quedaba mirando la oscuridad. La noche lo unía con lo inexplicable, con Alá y con el amor. Tal vez la mejor manera de describirlo sea citando los siguientes pareados de un antiguo poema épico:

Az neistan chon mara bobidré an
az nafiram mardo zan nalidé an.
Sine jaham shárhe shárhe az feraj
ta beju yam sharhe dárde esh tiyaj...

Todo persa conoce este poema, o al menos estos cuatro versos, que se cantan cuando se está enamorado.

Si bien Akbar nunca pudo oír la letra, canturreaba esa canción.

Trata de una caña que es cortada del cañaveral para fabricar una flauta. La caña se queja así:

Desde el preciso instante en que me cortaron
todos me tocan y comparten conmigo sus
nostalgias, sus anhelos.
Yo también busco un corazón que el anhelo
haya quebrado
para compartir con él mi propia nostalgia.

Un buen día pedí prestado un proyector de películas. Al caer la noche, cuando salió la luna llena y mi padre se disponía a trepar hasta la azotea por la escalera de mano, lo agarré de la manga y le dije:

—¡Ven aquí! Voy a enseñarte algo.

Él se resistió; quería ir a ver su luna.

—Escúchame, no hace falta que subas al tejado. Te tengo preparada una luna en el cuarto de estar.

No entendió.

—La luna —le indiqué por medio de gestos—. La he metido en ese aparato. Para ti. ¡Ven a mirar!

Mi padre esbozó la típica sonrisa que exhibía cuando no entendía lo que intentaba explicarle. Le acerqué una silla y corrí las cortinas.

—¡Siéntate! —gesticulé antes de apagar la luz.

Él vaciló un momento y luego se sentó, con la mirada fija en la pantalla.

Encendí el proyector. Primero aparecieron unas palabras en inglés, seguidas bruscamente de una luna nueva. No se percibía aún ninguna reacción por parte de mi padre, que continuaba observando en silencio. De forma sucesiva fueron surgiendo en la pantalla una luna creciente, una media luna y una luna llena. Mi padre se volvió y me buscó con la mirada, detrás del aparato.

Ésa no era la luna de Ispahán, sino la de Estados Unidos, inalcanzable y con un fondo azul oscuro. A continuación, la pantalla mostró el Apolo XI.

¿Era capaz mi padre de entender la relación existente entre la luna y el Apolo XI?

Unos minutos después, el cohete alunizaba y, por primera vez en la historia, el hombre ponía el pie en la superficie lunar. Apagué el proyector y la luna desapareció. Mi padre permaneció sentado en la silla con las manos apoyadas en las piernas, como si estuviese rezando. No encendí la luz; dejé que siguiera un momento más así. Me quedé mirándolo, mirando a mi querido y anciano padre. Sólo apreciaba su sombra y su cabellera gris, centelleante en la oscuridad.

miércoles, 14 de enero de 2009

Luciano Lutereau. "Invariantes metodológicas de la investigación en psicoanálisis".

Acerca del libro Freud y la eficacia analítica. Aportes a la investigación en psicoanálisis. JVE, Bs.As., 2008 287 págs. Autores: Adriana Rubistein y colaboradores.


Freud y la eficacia del análisis expone una veintena de artículos producidos en el marco de dos proyectos UBACyT en la Facultad de Psicología de la UBA (años 2004/05 y 2006/7). El libro propone el siguiente recorrido: “Comenzamos con una primera parte que incluye el valor conferido a la eficacia en la obra freudiana y la ampliación del campo de aplicación del psicoanálisis en los límites de la técnica. En la segunda parte retomamos algunos problemas propios de la investigación en psicoanálisis para detenernos en la tercera parte, más específicamente, en el uso del caso en los textos freudianos y especialmente en algunos historiales” (AR, Prólogo, p. 10).

----------------------------------

De acuerdo con un debate ideológico, de actualidad establecida, que confronta un pretendido desinterés analítico por la curación con los efectos logrados de las terapias no analíticas, Rubistein y colaboradores tercian aceptando la preocupación por el valor terapéutico del psicoanálisis en tanto interrogante competente para explicitar tres presupuestos fundamentales de la metodología freudiana en un esclarecimiento de las condiciones de investigación posible en dicha disciplina: el concepto de eficacia, la noción de verdad y el uso del caso clínico.

I) Respecto del concepto de eficacia, se destaca que los resultados de un análisis “no pueden evaluarse según un ideal previo de curación que haya que alcanzar” (15), punto en que la cura analítica se ordena de un modo diferencial a la cura médica (34). Los autores reconducen esta formulación a la diacronía sistemática de la obra freudiana, mostrando cómo la inquietud actual por la eficacia ya era un interrogante rector en la construcción de los conceptos freudianos. En distintos artículos se realiza la recensión de obstáculos que motivaron el pasaje: a) del método catártico al método del apremio -1886/1900-, en vistas de b) consolidar el método psicoanalítico con el arte de la interpretación y la asociación libre como regla fundamental, cuyo límite se encuentra en c) la teorización del manejo de la transferencia y el análisis de las resistencias, con un último decurso en d) conceptualización de la compulsión de repetición y reacción terapéutica negativa. Además de la periodización antedicha se presenta, asimismo, un conjunto de artículos dedicados a la verificación de la eficacia como operador epistemológico en la teoría del sueño (57), en el tratamiento de las neurosis de infancia (83), de las adicciones (89) y las psicosis (95). Se revitaliza así la figura de Freud como investigador atento a la función cognoscitiva del obstáculo, sea en la reelaboración de la teoría como en el afinamiento de la práctica. El concepto de eficacia opera como “bisagra” conectando la investigación con el alcance terapéutico.

II) Si algo distingue el valor terapéutico del psicoanálisis del de otras ofertas terapéuticas “es el contenido de verdad que brinda sobre el propio ser del hombre” (25). Para Freud, el “notable logro de su procedimiento técnico” (43) suscribe no sólo la eliminación sintomática sino un esclarecimiento en cuanto a la verdad de la patogenia. Distanciándose de las nociones tradicionales de la Gnoseología (verdad como correspondencia, adecuación, redundancia) la verdad del psicoanálisis queda establecida por su valor clínico (133): de acuerdo a la eficacia discursiva del mito y como desciframiento (135) de un saber al que se arriba “por la vía de la conjetura” (140) en un razonamiento abductivo-indicial (Peirce). Pero, si esta concepción del saber y la verdad da cuenta del contexto de descubrimiento, ¿cómo hacer pasar esa verdad a lo real? ¿Cómo podría hablarse aquí de un contexto de justificación que levante la hipoteca especulativa usualmente atribuida al psicoanálisis?

III) El último aspecto metódico de la investigación freudiana remite a su validación. Los distintos usos del caso responden por esta cuestión, resumiéndose en: - función ejemplificadora (La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana), - carácter expositivo de obstáculos (el historial de la joven homosexual y, en algún sentido, el de Dora), - de elucidación (Schreber, Hombre de los lobos). El caso clínico es la herramienta que conecta teoría y experiencia, haciendo de la investigación en psicoanálisis una praxis. El uso constructivo del caso clínico (distinto del protocolo empírico; sostenido en lo fragmentario, aunque no por eso incompleto – 268) demuestra el punto en que dicha investigación no se sobrepone a la singularidad de la verdad del sujeto, ya sea con pasos inductivos, o bien deduciendo la casuística de premisas teóricas (en el modelo tradicional de la explicación que la hace converger con la predicción). El caso clínico no sólo ejemplifica, sino que también es ejemplar, convirtiéndose en paradigma (166).

.

Balance crítico.

“Generalmente, los filósofos de la ciencia han buscado caracterizar un conjunto de rasgos epistémicos y pragmáticos tales que, si una teoría los tenía, podía ser juzgada como satisfactoria o aceptable, con independencia del conocimiento de sus rivales… El enfoque aquí adoptado hace depender la aceptabilidad de una teoría de su competencia. El hecho de que una teoría tenga una elevada eficacia en la resolución de problemas o sea altamente progresiva no garantiza juicio alguno acerca del valor de esa teoría” (Laudan, 1977, 22). Actualmente, que el campo de la Filosofía de la ciencia ya no se disputa con el positivismo ni el falsacionismo, siendo que la pregunta por un criterio de demarcación se revelara fútil (Laudan, op.cit), no tiene vigencia seguir evaluando si el psicoanálisis es una ciencia o no. Un estudio de verdadera inquietud científica sólo puede comenzar estipulando la competencia epistemológica de los conceptos de la teoría que se propone evaluar de modo articulado a los problemas que procura resolver. Esta es el aporte realizado por Rubistein y colaboradores.