Si bien el texto está publicado en "Intervenciones y Textos I", aquí les dejo una traducción personal que, creo, resuelve algunos problemas que tiene la otra. En todo caso, siempre resulta útil contar con diferentes versiones para poder cotejar las discrepancias. El texto es contemporáneo del escrito acerca de "Los complejos familiares..." e incluye la discusión posterior a su presentación.
Ojalá sea algo más que una rareza.
PP.
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“De la impulsión al complejo” [1].
Jacques Lacan.
Esta comunicación es una contribución al estudio de los hechos definidos por la clínica clásica como “impulsiones”, a través de los medios del psicoanálisis.
La preocupación clínica domina aquí tanto la presentación como el análisis de los hechos.
La presentación de los dos casos comunicados es realizada con sumo cuidado por describir las etapas de la evolución psicológica de los sujetos en el curso del tratamiento y en un vocabulario lo más próximo posible del fenómeno, y que no se reduce a la afirmación de mecanismos supuestamente reconocidos en la patogenia. Un procedimiento tal subraya la extensión que encuentra en esos momentos artificiales el campo de la clínica y el complemento que aportan a la gama de los estados mórbidos: satisfacción que sobrepasa el interés clasificatorio por revelar la estructura.
El análisis, al oponer al extremo los dos casos elegidos dentro de las formas aparentemente tan cercanas, manifiesta todo su poder de diagnóstico como técnica de intervención.
El primer caso muestra en efecto una resolución de los síntomas a partir de ser elucidados los episodios edípicos, por una reevocación casi puramente anamnésica y casi antes de toda condensación de la transferencia; sin embargo lista para operar. Manifestación mórbida por consiguiente muy plástica y cuya desaparición no se traduce más que como la de un parásito en la personalidad.
El segundo caso necesita por el contrario del recurso a fantasmas extraordinariamente arcaicos, exhumados no solamente del recuerdo sino del sueño, y cuya relación a las impresiones recibidas del exterior en la primera infancia se limita evidentemente a una incidencia ocasional y no hace más que profundizar la pregunta de su origen.
Fantasmas de desmembramiento y de fragmentación corporal, polarizados entre la imagen del cadáver oculto y ésas [imágenes] condensadas[2] de vampiro macho con cara de anciano y de ogra descuartizadora de niños. Estas representaciones afectivamente caracterizadas por el tono del horror se manifiestan solidarias, en la estructura, con revelaciones mentales de una cualidad afectiva muy diferente y que se puede definir como estados de beatitud pasiva.
Su complejo, que reunieron ciertas intuiciones poéticas muy notablemente expresadas en la literatura, es puesto en valor por el autor en la ocasión presente bajo la invocación de Saturno, en razón del motivo de la devoración sangrienta del niño y de su relación singular como el envés de un sueño arcaico.
La forma clínica, como es frecuente, es necesario insistir en esto, no libra plenamente sus particularidades sino tarde en el curso del flujo confidencial condicionado por el tratamiento, mostrando bien la relatividad de las observaciones de la práctica psiquiátrica cotidiana que no pueden sondear las variaciones de cada caso no solamente en la reticencia, sino en la ignorancia, y la inconsciencia de los síntomas. Esto es solamente por la proximidad de las perspectivas provistas sobre el mismo síntoma por las incidencias narrativas o interpretativas múltiples, que en el curso del monólogo psicoanálitico y sin ninguna sugestión del cuestionario, se verá dibujarse en su pureza un caso como el aquí presentado: que el autor caracteriza como una neurosis obsesiva reducida a su base pulsional, es decir a la que le falta casi toda la superestructura de las obsesiones en tanto que desplazamiento de afectos, y lo que el análisis aisló estructuralmente como síntomas de defensa del yo (moi).
Entidad que en el punto de vista formal se sitúa entre la neurosis y la perversión, al punto de vista estructural impone el reconocimiento de una génesis preedípica tanto de ciertas formas neuróticas como de ciertas perversiones.
La resolución de los síntomas es notablemente completa en este caso, pero a pesar del carácter de los síntomas, en apariencia localizados en paroxismos parasitarios, ella fue aquí correlativa de una verdadera refundición de la personalidad, con toma de consciencia y reforma sistemática de las actitudes más profundas para con la realidad: verdadera recreación por el sujeto de su yo (moi) y de su mundo.
Este ejemplo ilustra y confirma la fórmula teórica que ha dado el presentador, de un estadio estructural primordial llamado “del cuerpo fragmentado” en la génesis del yo (moi).
La dirección terapéutica manifiesta cuánto, a pesar de las ventajas de un lenguaje abreviado y llamativo, conviene distinguir en la maniobra intelectual de las interpretaciones analíticas, aquello que es del orden del mundo primordial de las imágenes, y aquello que pertenece a la materialidad de los hechos.
La conclusión se inscribe en el esfuerzo teórico perseguido por el autor para comprender el sentido y la realidad de la transferencia, diversa según los casos como según las funciones de la personalidad interesada en el análisis.
Discusión:
SR. ODIER - No tengo otra objeción a realizar sobre la comunicación que acabamos de oir que la de su excesiva duración. Desde el momento en que usted expone una tesis y no casos clínicos, usted tendría que haber abreviado la exposición excesivamente larga de hechos que no eran , en todo caso, necesarios a vuestra tesis, y reducirla a lo que sería estrictamente indispensable para llevar el hilo de su pensamiento.
El Sr. Lacan ha destacado, a propósito de sus dos casos típicos, de los cuales el último parece en efecto tener una estructura primitiva muy pura, varios problemas complejos sobre los cuales sería muy útil volver. Se podría preguntar, por ejemplo, por qué, en el segundo caso, la neurosis evolucionó en el sentido obsesivo más que en cualquier otro.
SR. BOREL - Yo quiero simplemente hacer una pregunta sobre el nivel saturniano del cual habló el Sr. Lacan: ¿En qué momento se lo sitúa en el análisis?
SR. LACAN- Éste coincide con el estadío sádico- oral. Lo que yo digo no tiene sino el valor de una descripción fenomenológica.
SR. BOREL - Había creído entender, sin embargo, que usted hacía de eso un estadío, del tipo de lo que usted llama el estadío del espejo.
SR. LACAN - Sí, si se quiere. Es claramente un estadío. Pienso que es importante sacarlo a la luz.
SR. BOREL - Otra pregunta: Usted dijo del segundo caso que las pulsiones se muestran allí en estado puro.¿ No tuvo la enferma la defensa contra sus pulsiones?. ¿Nunca tuvo ella ese cortejo de representaciones ideativas tal como observamos en la mayoría de las obsesiones?
SR. LACAN- No, para nada.
SR. BOREL - En ese caso, el pronóstico es bueno. De todas formas, los dos casos son bastante próximos. Lo que hace a la dificultad de una cura, es la pérdida de contacto de las defensas con el hecho primitivo. El pronóstico es siempre favorable cuando el contacto con el hecho primitivo no es demasiado distante.
SR. LŒWENSTEIN- El Sr. Lacan puso muy bien de relieve la diferencia entre una neurosis fundada sobre las regresiones a los planos pregenitales y una neurosis próxima a la genitalidad. Él destacó, sin resolverlos, a mi entender, los problemas que me parecen novedosos para el sistema sorprendente de coordenadas que ha construido.
Me gustaría retomar, a propósito del segundo caso, la discusión sobre la obsesión. Lacan ha hecho una distinción entre las obsesiones puras y las obsesiones combatidas por los sistemas de defensa secundaria.
Parece que la acción del superyó en cuanto a las pulsiones primitivas fuera muy
fuerte, aunque Lacan no lo haya puesto en evidencia.
Ciertos obsesivos son castigados en su pecado, es decir que la realización de la pulsión deviene ella misma la punición. Creo que se puede agregar este punto de vista a la distinción que efectuó el Sr. Lacan.
SR.CÉNAC - Quiero expresar la gran satisfacción de espíritu que nosotros saboreamos al ver al psicoanálisis dar todo su sentido a la pulsión.
En el segundo caso descrito por el Sr. Lacan, la importancia atribuída a esta impulsión tan primitiva sin defensa, permite decir que no se trata de una obsesión ideativa, y el Sr. Lacan ha tenido razón en no hacer de ella una neurosis obsesiva. En contrapartida , esperaba a cada instante oir al Sr.. Lacan nombrarla como una neurosis histérica.
Creo que el Sr. Lacan tiene mucha razón al hacer intervenir esta noción de real en la comprensión de este caso. Hay en efecto una cosa que se opone a la idea de una neurosis obsesiva típica, y es la idea de alivio que expresa el enfermo al pensar en realizar su pulsión.
SR. PARCHEMINEY - Mientras el Sr. Lacan hablaba, pensaba en una enferma de Odier que tenía la compulsión de matar a su hijo. En ese caso se veía la importancia preponderante que tomaba la creencia en la omnipotencia mágica del pensamiento: "juro que mataré a mi hijo", decía ella. Puede ser que eso explique la intensidad de las reacciones de defensa en el caso de Odier, defensas que no encontramos en el caso del Sr. Lacan.
SR. LAFORGUE hace remarcar que no es necesario dejar de lado los mecanismos de defensa del yo (moi) en el caso del cual estuvimos ocupándonos. ÉL da dos ejemplos clínicos que ilustran este mecanismo. En uno, se trataba de una enferma cuya neurosis la protegía contra el miedo y la angustia que le había causado, de niña, un aborto más que probable de su madre.
En el otro ejemplo, se trataba de la censura de fantasmas de masturbación, con representaciones sádicas de torturas, de llamas, etc. Estos fantasmas censurados, vienen a ser despertados por un evento traumatizante, a saber el aborto de una hermana. En igual caso, el sujeto se acusa de querer realizar esos actos y llama en su auxilio a los rituales obsesivos, no siendo él mismo lo bastante fuerte como para reprimir esos fantasmas.
Observé que en todos los casos en los que una mujer, luego de una frigidez total, reencuentra el orgasmo, ese retorno se hace por la vía de la masturbación a favor de fantasmas sádicos.
SR.HARTMANN: Yo me limitaré a hablar del segundo caso del cual el Sr.Lacan nos expuso un análisis tan instructivo. El Sr.Lacan tuvo sin dudas razón al fijar un límite entre el síntoma principal de esa enfermedad y la perversión. Me parece sin embargo que se trata de un estado mórbido que, aunque no pertenezca a la perversión en el sentido estricto de esta noción, puede ser descripto como una forma de transición entre la neurosis y la perversión. En efecto, no estoy convencido de la naturaleza primaria de las pulsiones en cuestión. En lo habitual, esos síntomas pulsionales muestran una génesis más compleja, en eso que representan, por ejemplo, el retorno de las tendencias instintivas ya censuradas, como en la neurosis. Por otra parte, se puede observar, en casos sumejantes, cómo del hecho mismo de la tolerancia del yo (moi) hacia una tendencia parcial del instinto (la pulsión), se explica el mantenimiento en estado de censura de las tendencias principales (complejo de Edipo y de castración), así como sucede en la perversión.
Un problema de los más interesantes, en los análisis semejantes a éstos del segundo caso del Sr.Lacan, me parece consistir en la comparación de los mecanismo de defensa del yo (moi) y de la función del superyó con las funciones análogas en la neurosis obsesiva. Puede ser la continuación de este análisis, sobretodo al dirigirse hacia la neurosis infantil, quien nos podrá ayudar a esclarecer esas cuestiones, aún poco estudiadas por el análisis.
SR.LACAN: En razón de lo avanzado de la hora, el Sr.Lacan no responde más que muy suscintamente a los argumentadores. Se limita, entonces, a constatar que el Sr.Hartmann no está para nada de acuerdo con su concepción de la pulsión primitiva en estado puro y trae en apoyo de lo dicho por el Sr.Laforge un hecho relativo a la segunda enferma: había también sospechado un trauma bajo la forma de un aborto de su madre y había incitado las investigaciones en ese sentido. La enferma reencontró el recuerdo de un balde de baño que le parecía tan grando como ella y que contenía cosas sospechosas. Mientras que observaba dentro del balde, su madre gritaba en el cuarto de al lado. Diversas reconstrucciones permitieron establecer que en realidad esos hechos se situaban en el momento del nacimiento de su hermana.
NOTAS
[1] [Corresponde al título] El 25 de octubre de 1938, Jacques Lacan presenta en las sesiones de la Sociedad Psicoanalítica de París, esta comunicación. El resumen publicado en la Revista Francesa de Psicoanálisis nº11, páginas 137-141, es presentado como realizado por Jacques Lacan.
[2] “jumelées”.[puesto que en psicoanálisis contamos con el término “condensación”, lo hemos utilizado. Consideramos que transmite todo el sentido que la frase porta].