Los lingüistas Georg Stötzel y Thorsten Eitz, de la Universidad de Düsseldorf, han publicado un estudio en el que se analiza el uso de términos relacionados con el nazismo después de 1945 y que, según los autores, revela las contradicciones todavía presentes en la conciencia de los alemanes.El estudio, presentado como "Wörterbuch der Vergangenheitsbewältigung" (sí, leyó bien, y como no se nos escapa consiste en un Diccionario para la superación del pasado), analiza varios centenares de palabras cuyo uso ha sido problemático desde 1945."Desde el punto de vista de la lingüística, podemos mostrar que los alemanes no logran dejar atrás el tema, seguimos sin encontrar términos de consenso para muchas cosas", dicen los autores.Esto último, según Stötzel y Eitz, se ve con especial claridad en términos y palabras que se refieren al comienzo de la dictadura nazi o al final de la misma.La llegada de Adolf Hitler al poder suele designarse como la "Machtübernahme" -palabra que habría que traducir como toma del poder pero que tiende a presentar ésta casi como un acto burocrático- o la "Machtergreifung", término que significa lo mismo que el anterior pero que sugiere un corte más radical en el acontecer político.Rompederen de KabezaEn cuanto a "el final de la guerra", según pudieron mostrar los autores a partir del análisis de una serie de textos, los alemanes también se han roto la cabeza a través de los años para encontrar una palabra precisa."Kapitulation" (capitulación) es tal vez un término menos usado si se le compara con el todavía frecuente "Zussamenbruch" (colapso generalizado o colectivo) o con el más reciente "Befreiung" (liberación) con el que muchos alemanes, sobre todo los que vivieron el fin de la guerra en las zonas a las que llegó el ejército ruso, no terminan de reconciliarse.La palabra "Befreiung" para referirse al fin de la guerra, como recuerdan los autores, sólo hizo su entrada en el lenguaje oficial alemán en 1985 a través de un controvertido discurso del entonces presidente germano federal Richard von Weiszäcker.Otras palabras han terminado por convertirse en algo prohibido para designar cosas fuera del mundo del nacionalsocialismo y algunas suelen ser usadas como herramientas de combate ideológico y se recurre a ellas para establecer comparaciones que normalmente producen indignación generalizada.Así, por ejemplo, desde la Iglesia Católica se llegó en su momento a hablar de las clínicas donde se practican abortos como nuevos Auschwitz y de la píldora anticonceptiva como un nuevo "Zyclon B", el gas exterminador que se usó en las cámaras de los campos de exterminio.Del lado de los ecologistas también se ha recurrido a comparaciones problemáticas, como por ejemplo referirse a la amenaza nuclear como la amenaza de un nuevo Holocausto.Asimismo, la sensibilidad frente a algunos términos ha ido creciendo a través de los años. Así, por ejemplo, en los años cincuenta, cuando se creó el actual ejército alemán, se llegó a pensar en darle el mismo nombre que había tenido el ejército que había combatido durante la II Guerra Mundial, es decir, "Wehrmacht".Esa posibilidad se desechó a favor de "Bundeswehr" (Ejército Federal), que identificada más a las nuevas fuerzas armadas con el nuevo estado democrático.Sin embargo, para los autores es significativo que el término "Wehrmacht" fuera al menos considerado, puesto que eso muestra que en los años cincuenta las fuerzas armadas todavía no habían empezado a ser vistas como cómplices de los crímenes del nacionalsocialismo.Hay otra serie de palabras como "entartet" (degenerado) -palabra empleada por el nazismo para calificar el arte que no se atenía a la línea oficial- o "auslese" (selección) -utilizada para calificar la criba de prisioneros a su llegada a los campos de concentración- que hoy siguen resultando problemáticas debido al uso que le dieron los nazis.
Fuente: EFE
(tomado de Revista Ñ, edición digital)